20 dic 2016

Costanera: símbolo del deterioro social

La Voz del Interior (20/12/2016)
Un símbolo del deterioro social

El informe sobre la avenida Costanera de la ciudad de Córdoba que publicamos el domingo ilustra lo ocurrido con la administración de la capital provincial desde el retorno de la democracia hasta la actualidad.
Concebida e iniciada –a gran velocidad– durante la gestión de Ramón Bautista Mestre (1983-1991) como una vía de circulación que acompañara el cauce del Suquía en todo su curso, en el periodo de Rubén Martí (1991-1999) continuó extendiéndose, pero a menor ritmo. Luego vino el parate total, que duró 12 años y abarcó las intendencias de Germán Kammerath, Luis Juez y Daniel Giacomino.
En el primer mandato de Ramón Javier Mestre, la Costanera ganó apenas un kilómetro y medio hacia el oeste. Pero como perdió en seguridad, muchos automovilistas se resisten a utilizarla. Los que se animan, sólo lo hacen durante el día.
Esa misma inseguridad volvió intransitable un segmento del extremo este, desde el vado de Sargento Cabral hasta la avenida de Circunvalación. De hecho, desde septiembre de 2015 la misma policía desaconseja su uso: “No avance, tramo peligroso”.
Como supimos señalar, el abandono del este cordobés es de larga data. Allí, la inseguridad no es el único problema. El pavimento de la propia Costanera está en un estado deplorable. Hay escombros y basura acumulados. El área está copada por el narcotráfico, como lo ha demostrado la Justicia.
Así las cosas, lo que en la década de 1980 implicaba una importantísima obra de infraestructura, hoy significa mucho más. Ya no sólo se trata de darle continuidad al proyecto, sino de imaginar un plan de contención e inclusión social para un sector considerable de la ciudad.
La situación determina que hoy lo social es lo urgente, aunque la obra vial siga siendo lo importante. Las autoridades municipales y las provinciales –interesadas en plasmar proyectos en la Costanera– deben aceptar este nuevo orden de prioridades y actuar en consecuencia.
El ejemplo más a mano es elocuente: ya en 2009, la Provincia anunció su interés en ejecutar una refuncionalización integral de la Costanera desde Circunvalación para enlazarla con la nueva Terminal de Ómnibus y convertirla en vía de acceso para los colectivos de larga distancia. No se pudo hacer por cuestiones de seguridad.
Por supuesto, la ciudad necesita que la Costanera siga creciendo y que en todo su trayecto muestre las satisfactorias condiciones que exhibe entre los puentes Avellaneda y del Trabajo.
Pero hoy, para afrontar las obras, hay que atender primero la fragmentación del tejido social. Lo que, en otros términos, implica que el Estado debe recuperar el control de un sector importante de su territorio. Como corresponde.

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