22 abr 2016

Estudian como remediar la contaminacion con plomo



La Voz del Interior (22/04/2016)
Plomo: científicos estudian cómo limpiar este metal de los suelos cordobeses

Aunque es poco conocido, algunos suelos cordobeses están contaminados con plomo, un metal peligroso para la salud. Las razones son la presencia natural de este elemento, pero también actividades humanas como las fundiciones, plantas de reciclado de baterías y los perdigones arrojados en la caza de palomas.
En algunos sitios, la concentración supera los límites establecidos para usos agrícolas. Incluso también se ha detectado plomo en exceso (y por encima de lo que marca el Código Alimentario de Argentina) en los granos de soja y de trigo.
Los expertos advierten que aún no representa un riesgo sanitario, aunque sí debería ser una preocupación ambiental.
“Debería estar en la agenda ambiental para evitar problemas graves en el futuro. Ningún metal, salvo el mercurio, tiene efectos tóxicos inmediatos, son acumulativos. Lo grave es que cuando se detecta ya es tarde”, apunta Luisa Pignata, investigadora del Conicet y de la Universidad Nacional de Córdoba.
Su grupo ha realizado varios estudios sobre metales pesados en la provincia. Primero los detectaron en el aire, luego en el suelo y, finalmente, en cultivos. Se dieron cuenta de que había que pensar en una solución.
Lo mismo ocurrió con un grupo del Centro de Excelencia en Productos y Proceso de Córdoba (Ceprocor) liderado por Marcelo Rubio, quienes midieron la concentración de plomo en cotos de caza de paloma y encontraron valores altos.
“El promedio es de 90 partes por millón (ppm) en más de 300 muestras. Pero los valores más altos superan el límite máximo permitido en suelos para uso agrícola (375 ppm)”, precisa.
Y agrega: “Puede ser preocupante si los cotos de caza no cumplen con la ley. Si no se actúa, ese promedio y esos picos irán aumentando”.
La normativa que regula esta actividad indica que los cotos deben inscribirse como generadores de residuos peligrosos y deben remediar el suelo cuando se exceda el límite máximo.
A pesar de ser suelos agrícolas, la resolución provincial los categorizó como suelos industriales, con una concentración máxima de 1.000 ppm.
Ambos grupos trabajan en fitorremediación, esto es, sembrar plantas para captar el plomo del suelo y luego extraer esas plantas y, con ellas, el contaminante. Es la mejor alternativa para grandes superficies, ya que la otra opción es directamente retirar el suelo y tratarlo como un residuo peligroso.
Julieta Salazar, del grupo de Pignata, analizó las plantas que crecían en un predio que había sido utilizado para el reciclado de baterías de plomo. Los suelos estaban muy contaminados.
“Analizamos 10 especies para saber si además de ser tolerantes, también acumulaban el plomo en hojas y tallos para facilitar su cosecha. Encontramos que dos tenían potencial para ser utilizadas en fitorremediación”, comenta.
Esas plantas son Tagetes minuta , una hierba aromática similar a la albahaca. “Esta especie se podría cultivar para extraer el plomo y también aprovechar su aceite esencial, ya que el metal no pasa a él”, comenta Salazar. La otra especie es el amor seco ( Bidens pilosa ).
Cada planta puede extraer hasta 0,3 gramos de plomo del suelo y se pueden plantar hasta 200 por metro cuadrado. “Parece poco, pero dada la toxicidad del plomo y la cantidad de plantas que pueden usarse, es bastante”, asegura Salazar.
La investigadora explica que hay pocos estudios a gran escala sobre fitorremediación de suelos con plomo. En su caso, se trata de un trabajo de laboratorio, pero llegado el caso, Salazar asegura que podrían asesorar a algún interesado en aplicar este procedimiento en un campo contaminado.
En tanto, el grupo del Ceprocor está analizando especies comerciales como la colza, el rye grass y el malvón. La primera es la que mostró mejores resultados. Son trabajos a escala piloto en sitios ya contaminados.
“Durante el primer ciclo de siembra y cosecha con colza, el nivel del plomo en suelo disminuyó un 12 por ciento”, dice Rubio.
El investigador entiende que es la mejor manera de encontrar una solución simple que pueda ser practicada por los dueños de los cotos de caza, por ejemplo.
“El plomo de los perdigones pasa al suelo. Se transforma en una decena de sales que ingresan a las plantas o animales y puede llegar al ser humano”, asegura.

600 toneladas anuales
Es la cantidad de plomo que queda en suelo cordobés por la caza de paloma, según un cálculo de 2011.

Granos contaminados
Análisis. Un estudio demostró que el plomo pasa del suelo a la soja, la cual tiene niveles por encima de lo que permite la norma. El grupo de Pignata analizó soja de 10 sitios de Córdoba (Bouwer, Despeñaderos, Ferreyra, General Cabrera, General Paz, Los Molinos, Malagueño, Pozo de Tigre, Río Tercero y Yocsina).
Tóxicos. Los valores se ubicaron entre 1,63 y 2,55 partes por millón. Algunos lugares fueron elegidos porque están asociados a diferentes actividades humanas pasadas y presentes que son potenciales emisoras de metales pesados. “No digo que todos los campos tengan valores de plomo que superan el máximo que fija la norma para uso agrícola. Pero aún con valores por debajo de la norma, los granos que se cosechan en algunas zonas tienen valores tóxicos”, dice Pignata. El Código Alimentario Argentino fija un máximo de hasta 2 ppm; la Unión Europea, 0,2 ppm.
Problemas. Parte de esos granos contaminados se usa para alimentar vacas y pollos que se consumen en el país. El plomo en el organismo puede provocar problemas neurológicos, cognitivos, renales y reproductivos. En cantidades muy bajas afecta, especialmente, a los niños.

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