30 ene 2016

Mestre, Lusa y Cotreco y negociados

La Voz del Interior (30/01/2016)
Basura: un toma y daca que ignora al vecino

Los cambios contractuales mantienen el negocio de Lusa y Cotreco y garantizan millonarias indemnizaciones al Surrbac. Pero el servicio será el mismo.
En el transcurso de las próximas dos semanas, quedará definido un nuevo esquema contractual para la recolección de la basura, por lejos el servicio más caro –y probablemente, también el más problemático– que presta la Municipalidad de Córdoba.
Esa larga y hermética negociación entre el municipio, las prestatarias Lusa y Cotreco y el gremio de los recolectores (Surrbac) excluye a los vecinos: hasta el momento, no se mencionaron cambios de ningún tipo en el servicio.
Los puntos salientes de la discusión son, en primer lugar, las insólitas y obligatorias indemnizaciones a los recolectores, que en conjunto percibirán alrededor de 200 millones de pesos, pese a que todos tienen su fuente de trabajo garantizada. El municipio busca crédito para pagar en una cuota esas indemnizaciones.
En segundo lugar, se discute bajo qué figura legal continuarán Lusa y Cotreco: si siguen con contratos directos o si les adjudican dos renglones de la fallida licitación para que tengan un contrato a ocho años. En ningún caso se pone en duda la continuidad de esas empresas que trajo consigo la administración de Ramón Mestre.
En tercer lugar, se negocia cuántos empleados y qué servicios tomará bajo su órbita el polémico Ente de Servicios y Obras Públicas (Esop). En principio, serían un millar de barrenderos y los más de 300 empleados de Crese residual. El municipio sostiene que con ese cambio se ahorrará cerca de 35 por ciento de esos sueldos, lo que es muchísimo dinero: el costo salarial promedio de cada recolector es de unos 38.200 pesos mensuales.
Pese a que con la basura están en juego la segunda partida presupuestaria más importante después de los salarios municipales y un servicio estratégico, la discusión transcurre por carriles estrictamente reservados. No hay ninguna instancia pública en torno a lo que decida el Ejecutivo y tampoco están en consideración las deficiencias del servicio que reciben los cordobeses.
En los barrios, casi a diario hay basura en la calle. Son montañas durante los feriados, pero de manera cotidiana quedan bolsas porque los camiones se suelen llenar antes de que terminen las rutas de recolección.
La ciudad no logró articular un mecanismo de manejo de los escombros que evite que esos restos de obra queden en manos de carreros y terminen en el centenar de basurales que crecen en toda la ciudad.
La recolección diferenciada es azarosa, la contenerización avanzó mucho menos de lo prometido y el servicio de barrido es tan esporádico en los barrios que nadie sabe siquiera cuándo debería prestarse.
Esa basura que no llevan los camiones de Lusa y Cotreco permanece entre los vecinos y casi siempre se acumula en las zonas más marginadas: el este de la ciudad de Córdoba es el destino preferencial de esos desechos. La situación en ese sector es escandalosa desde el punto de vista sanitario y hasta afecta al tránsito: la Costanera está cerrada tanto por la inseguridad como por la basura que se acumula sobre la calzada.
Al fin, esos residuos que dejan Lusa y Cotreco queda en basurales urbanos, hasta que el municipio paga servicios especiales para su limpieza. Esos costos se suman a lo que cada mes facturan las empresas, que llega a 130 millones de pesos, 250 por ciento más que hace cuatro años.
Lo que la basura reparte entre pocos es mucho. Lo que falta en servicios al vecino es mucho más.

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