22 dic 2015

El saneamiento del Suquía no puede esperar

La Voz del Interior (22/12/2015)
El saneamiento del Suquía

Los altísimos niveles de contaminación del río, sobre todo en su paso por la ciudad de Córdoba, revelan la desidia del Estado, en los estratos provincial y municipal, para abordar este grave problema.
Una nueva investigación concluyó que el río Suquía está altamente contaminado en su paso por la ciudad de Córdoba.
El estudio fue desarrollado por estudiantes del Colegio Nacional de Monserrat en las inmediaciones de la desembocadura del arroyo La Cañada. El resultado es que los niveles de materia fecal presentes en esa zona son “alarmantes”. En palabras del docente que coordinó el trabajo, La Cañada se ha convertido en “una alcantarilla a cielo abierto”.
Según el diccionario –vale recordarlo–, una alcantarilla es un acueducto subterráneo fabricado para recoger las aguas residuales o inmundas; en ese sentido, es sinónimo de cloaca.
De modo que el río Suquía, a pocas cuadras del centro histórico de la ciudad de Córdoba, es una verdadera cloaca a la vista de todos.
La noticia no es nueva. Es, apenas, la triste confirmación de un problema antiguo. Por ejemplo, se tramita en la Justicia una denuncia contra empleados municipales de la Estación Depuradora de Aguas Residuales de Bajo Grande por arrojar líquidos cloacales sin tratamiento al cauce del Suquía.
Un análisis de muestras solicitado por la fiscalía encontró 9,3 millones de bacterias coliformes totales, cuando el límite permitido por el Código de Aguas es de tan sólo cinco mil. Y las bacterias coliformes fecales fueron 136.960, cuando el límite fijado es de mil.
Podemos ir más atrás. Entre 2008 y 2011, se desarrolló el proyecto Picto, una investigación multidisciplinaria sobre la contaminación del Suquía que también detectó que el río recibía efluentes cloacales en su paso por la ciudad y que al arroyo La Cañada se arrojaban líquidos provenientes de la planta de tratamiento de barrio Inaudi.
En 2011, un equipo conjunto de las universidades Nacional y Católica de Córdoba informó sobre la presencia del virus de hepatitis E en el agua de nuestro río. En 2012, un grupo de la Universidad Blas Pascal advirtió que el agua del Suquía contenía 10 veces más estrógenos que los límites internacionales establecidos. En 2013, investigadores del Conicet y de la Universidad Nacional encontraron en sus muestras ocho de 15 fármacos monitoreados.
Es imposible suponer que todas estas investigaciones están equivocadas. Por el contrario, en algún sentido fueron ratificadas por la Justicia, en julio de 2014, cuando el juez Federico Ossola ordenó a la Municipalidad y al Gobierno provincial que mitigaran los efectos contaminantes que produce la planta de Bajo Grande.
El problema es que un año y medio después esa orden judicial sigue sin cumplirse. La pregunta, totalmente obvia, es por qué semejante desidia. El reciente acuerdo entre la Municipalidad y la Provincia para obras cloacales no puede obviar el saneamiento del Suquía.

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