16 mar 2015

Especialistas advierten sobre las “catástrofes naturales”



La Voz del Interior (16/03/2015)
“Estamos ocupando los territorios enforma incorrecta”

El especialista advierte sobre los procesos naturales implicados en las inundaciones y sobre la necesidad de planificar las zonas que se desea habitar sobre la base de sus características específicas.
Osvaldo Barbeito es investigador del Conicet y trabaja en el Instituto Nacional del Agua (INA). Sus colegas y buena parte de la comunidad académica de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) –en la que reviste como profesor de Geografía Física y de Fotogeología– lo consideran un especialista en la materia.
El geólogo le escapa a los lugares comunes respecto a las causas de las inundaciones, el desmonte y al avance de la frontera agropecuaria. Aunque son factores que influyen, cree que la mayor parte de los sucesos que vivió Córdoba durante febrero pasado se relacionan con la falta de planificación y de memoria.
En su currículum puede incluir trabajos vinculados a medir el impacto de inundaciones, desde la recordada en San Carlos Minas de 1992, hasta la ocurrida en 2014 en la localidad catamarqueña de El Rodeo.
También trabajó con inundaciones producidas en la provincia como las de Villa General Belgrano (1992), Mina Clavero (1993), Salsacate (1997) y en otras provincias. En total, más de 20.
Asegura que persiste una lógica comercial respecto del uso de las tierras que atraviesa gestiones y administraciones desde hace muchísimos años.
“En geología y en geomorfología los desastres naturales son procesos naturales que no fueron tenidos en cuenta en la forma correspondiente cuando se planificó el territorio. No ocurre solamente aquí en Argentina, también pasa en países más avanzados ¿Cómo puede explicarse la localización de la central nuclear que fue afectada por el tsunami en Japón?”, se pregunta.

“Lechos históricos”
–¿A qué se refiere con procesos naturales no tenidos en cuenta?
–Lo que comúnmente se conoce como río, el agua que vemos pasar, en geología se denomina lecho ordinario, un canal activo de orillas claras (ver aparte). Pero existe también un lecho periódico, conformado por un terreno que es inundable en crecientes ordinarias de magnitud, generalmente conocido por los lugareños. Y además existe un lecho histórico o episódico inundable en crecidas extremas. Sólo lo conocen antiguos pobladores o se corrobora con datos históricos. A ese lecho histórico no lo tenemos en cuenta a la hora de planificar el territorio y ahí radica el principal error. Esta impronta está labrada en el territorio antes de su ocupación, antes de que construyéramos y lo ocupáramos. Son claramente visibles por el material que lo compone y por la forma. En las fotografías aéreas con imágenes satelitales se ve con nitidez las geoformas que condujeron, conducen y van a seguir conduciendo el agua.

–¿Hay previsiones y prevenciones que no se tuvieron en cuenta? ¿Qué se debería hacer?
–Las inundaciones, dentro de los desastres naturales, son las más factibles de predecir hoy. Tenemos instrumentales para medir lluvia, radares para observar cómo evoluciona una tormenta y determinar cuáles son sus características, podemos medir probabilidades e intensidades de lluvias. No es lo mismo un volcán, un tsunami, un sismo. En un desastre natural existen medidas anteriores, durante y posteriores a su ocurrencia. Las anteriores son sin dudas las de menos costo y la de más rapidez. Hay que estudiar la dinámica, el alcance y la recurrencia en el tiempo de un proceso natural. En ese aspecto, la geología y la geomorfología juegan un rol primordial porque se pueden elaborar mapas de cuáles son las zonas que se inundan normalmente con crecientes medianamente grandes y con crecientes históricas como las que están ocurriendo en toda la provincia de Córdoba pero también en Santiago del Estero, Chaco, Salta, Tucumán y Santa Fe. En todos estos casos las inundaciones se rigieron por las particularidades de los valles fluviales. La información de este tipo, plasmada en un mapa de riesgo y complementada con un sistema de alerta temprana, permite acciones de prevención, preparación, evacuación y salvataje. Se identifican los lugares más conflictivos. En una segunda etapa, mediante la implementación de estudios de ingeniería, arquitectónicos, sociales y legales es posible formular las restricciones y el uso final del territorio.

Mapa de riesgo
–¿Cómo se elabora con un mapa de riesgo?
–Para elaborar un mapa de riesgo interpretamos las imágenes y las fotos aéreas, buscamos a los pobladores más viejos de cada localidad y empezamos a preguntar, con los datos históricos en la mano. Hacemos encuestas. A lo mejor ellos no lo vieron pero recordaban que sus padres o sus abuelos les contaron hasta dónde llegaba el agua. El aporte de esos habitantes locales es muy útil porque complementa y enriquece la información que nosotros tenemos en las imágenes satelitales.

–¿Cómo ve la situación de la provincia?
–En todas las zonas de la provincia donde hubo inundaciones se las puede explicar por una forma de habitar el terreno, todas eran factibles de predecir. Se trata de zonas que se han inundado siempre, se lo puede corroborar con los datos históricos. No es la primera vez que ocurre en ninguno de los casos. La forma la hizo el agua, no la hizo el viento ni un glaciar. Estamos ocupando en forma incorrecta el territorio. Como ejemplo puede mencionarse el caso de la población de Idiazábal localizada en una depresión lagunar natural, impronta labrada en el territorio antes de su ocupación.

–¿Y en las otras zonas?
–Todo el valle que compone las Sierras Chicas ya tenía estas características, simplemente nosotros lo ocupamos mal. Algunos lotes fueron aprobados hace 40 años y eso nos genera un problema habitacional. La vegetación tiene un papel primordial en cuanto a la defensa del suelo y al impacto de la gota porque permite una progresiva infiltración del suelo. La eliminación o alteración de la vegetación natural posibilita un aumento en las inundaciones.

Este miércoles, la segunda conferencia del ciclo
Escuchando a expertos. El próximo miércoles se realizará la segunda charla debate de “Pensar el agua”, el ciclo que lleva adelante La Voz del Interior para compartir junto con los cordobeses reflexiones a partir de la inquietud que dejaron las trágicas inundaciones recientes. Osvaldo Barbeito será uno de los disertantes. Estará acompañado en la mesa por Federico Kopta, biólogo, creador de la Fundación Ambiente, Cultura y Desarrollo, Acude, y promotor del Foro Ambiental Córdoba.
Hora y lugar. La conferencia debate se realizará a las 19.30, en el auditorio Carlos Ortiz, de la sede integral del diario, ubicada en avenida La Voz del Interior 6080.
La primera. En la inauguración del ciclo “Pensar el agua” participaron como panelistas Rubén del Sueldo, director del Departamento de Geografía de la UNC, y Nora ­Vaudagna, secretaria de Asuntos Académicos de la misma entidad, con la coordinación del periodista Alejandro Mareco.

Perfil
Antecedentes. Osvaldo Barbeito es geólogo, egresado de la UNC, institución en la que también es docente titular y donde dirige proyectos investigativos.
Comienzos. Empezó su carrera como profesional asistente en el Conicet en 1977, de 1982 a la actualidad se desempeña como profesional principal. Fue uno de los autores del libro Inundaciones urbanas en Argentina, en colaboración con otros especialistas. En 2002 elaboró junto con Francisco Quintana Salvat y Rubén Menso la Carta de peligrosidad de inundación, erosión y anegamiento para las acciones de prevención, un trabajo científico a pedido de la Municipalidad de Córdoba que alerta sobre el comportamiento de la ciudad ante eventos meteorológicos de magnitud.

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“El agua nos avisa con las marcas que va dejando”

“Cuando se dice que es la peor inundación de los últimos 50 años, eso quiere decir que antes ya pasó”, explica Barbeito.
El geólogo sostiene que hay que buscar las señales en el ambiente de la provincia de Córdoba y en la región circundante.

–¿Por qué se producen tormentas que no disparan alertas?
–No soy climatólogo pero esta es una zona semiárida, una zona seca con alternancia de periodos de lluvias. Algunas de estas lluvias son condicionadas por el efecto que genera la montaña: el aire cargado de humedad choca contra la montaña y se eleva, llega hasta un nivel en el que se enfría, condensa y precipita. Suelen ser tormentas muy intensas y localizadas que ocurren con frecuencia, pero que no son noticia porque muchas veces no afectan un lugar poblado. Como mencione anteriormente hoy se cuenta con tecnología para brindar alertas tempranas, mediante la implementación de sistemas telemétricos que indican la cantidad e intensidad de lluvias y niveles de río, información que puede complementarse con datos de radar.

–¿Es la peor inundación de los últimos 50 años?
–Este ambiente de la provincia de Córdoba y de la región circundante es así, ya nos avisó. Cuando se dice que es la peor inundación de los últimos 50 años, eso quiere decir que antes ya pasó. Sin querer, ya lo están reconociendo, es algo que ya pasó. Como geólogo puedo decir que seguro ya pasó, por eso tenemos las marcas que dejó el agua en cada zona, aunque no esté precisado el momento histórico en el que ocurrió.

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Ya no se puede hablar de “catástrofes naturales”

Silvia Fontana, directora de la Maestría en Gestión Política de la UCC, opina que los gobiernos deben gestionar el riesgo para prevenir y reducir las consecuencias de los desastres socio-naturales.
“Gestionar el riesgo”, esa es la clave para Silvia Fontana, doctoranda en Política y Gobierno de la Universidad Católica de Córdoba (UCC) y directora de la Maestría en Gestión Política de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la misma universidad, para prevenir y mitigar las consecuencias frente a catástrofes socio-naturales o antrópicas.
 Fontana basó su tesis de Maestría en Antropología de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) en las inundaciones sufridas en Santa Fe en 2003 y continuó su trabajo de doctorado sobre la gestión de riesgo sobre la base de ese hecho trágico y de la inundación que sufrió la ciudad de Villahermosa (estado de Tabasco, México) en 2007, de características similares.
Además, en 2010 desde la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UCC generó junto a un grupo de politólogos un espacio de investigación denominado “Observatorio de Gestión del Riesgo de Desastres para la Provincia de Córdoba”, que contó con el financiamiento del entonces Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Provincia de Córdoba y la Universidad Católica de Córdoba.
Este observatorio se propuso generar un espacio de interacción entre la investigación académica y las prácticas políticas y ciudadanas en torno a los temas de gestión del riesgo de desastres.
“Nos abocamos en un primer momento a realizar un diagnóstico de la situación provincial en el tema y observamos que desde el nivel gubernamental aún no se ha avanzado en una gestión prospectiva del riesgo de desastres, se actúa frente al riesgo ya materializado, es decir, frente al desastre. Así lo hemos visto en las inundaciones que hemos sufrido durante febrero y marzo de este año”, fundamentó Fontana.
La docente universitaria admitió que las lluvias en Córdoba se presentaron como un “fenómeno extraordinario” producto de la cantidad de agua caída en tan poco tiempo, pero a su vez sostiene que “la sociedad cordobesa tiene una percepción muy baja del riesgo” y por esa razón no se involucra en mirar las vulnerabilidades frente a las amenazas existentes.
Para revertir esta situación es necesario el compromiso y el trabajo articulado tanto del Gobierno como de la sociedad, para que se genere un escenario real del riesgo de desastres.
“Ojalá que a partir de esta experiencia comencemos a reparar lo sucedido. Cierto es que no vamos a poder eliminar el riesgo, ya que estamos viviendo en la sociedad del riesgo, pero sí vamos a poder prevenir, mitigar y prepararnos, y con ello reducir el peligro de desastres”, asegura la investigadora. Fontana sostiene que es necesario pensar en el riesgo y gestionarlo, para lo cual se debe promover una política para la gestión del riesgo de manera integral. Esta política debe ser pensada a largo plazo y con participación de la sociedad.
“Sólo hace falta decisión política y compromiso social para llevar adelante esta política”, señala.

¿Catástrofe natural?
La magíster en Antropología corrige el concepto que se maneja en la sociedad de que las inundaciones fueron “desastres naturales”.
“Me gustaría aclarar que ya no se puede hablar de catástrofes naturales, esto se debe a que actualmente la acción del hombre sobre el medio lleva a que se produzcan determinados desastres. Por ello, la mayoría de las veces, se habla de desastres socio-naturales o antrópicos, causados muchos de ellos por un fenómeno natural”, conceptualiza Fontana.
“Mi tesis se basó en la inundación sufrida en la ciudad de Santa Fe en el 2003, cuyas causas pudieron encontrarse no simplemente en la crecida de un río por lluvias extraordinarias, sino también por la deforestación, la falta de ordenamiento territorial, la saturación de los suelos, entre muchas de otras causas”, asegura y hace un paralelismo con las inundaciones recientes en Córdoba.
“En ambos casos, los desastres producidos no son producto de las lluvias torrenciales, sino consecuencia de un sinnúmero de acciones que potencian el fenómeno natural que una vez que se materializa se presenta como un desastre”, agrega la investigadora.
Como diferencia principal, Fontana rescata la presencia permanente de los gobernantes en Córdoba.
“Más allá de sus acciones previas, positivas o negativas, los funcionarios se hicieron presentes en el lugar de los hechos y actuaron permanentemente durante la emergencia y están implementado acciones posdesastre con el fin de reconstruir no sólo lo material sino el tejido social”, opina.
“Ahora a Córdoba sólo le resta ver si acepta el desafío que deja esta experiencia”, concluye.

Gestión del riesgo
“Gestionar el riesgo es un proceso que lleva a la necesidad de planificar e implementar políticas, estrategias, instrumentos y medidas orientadas a impedir, reducir, prever y controlar los efectos adversos de fenómenos peligrosos sobre la población, los bienes y servicios y el ambiente. Es decir, desarrollar políticas integradas de reducción de riesgos a través de acciones de prevención, mitigación, preparación, atención de emergencias y recuperación posimpacto”, explica la doctoranda.
Tras las inundaciones en Santa Fe en los años 2003 y 2007, el Gobierno local comenzó a trabajar desde la gestión del riesgo de desastres. Así, se creó el Sistema Municipal de Gestión del Riesgo.
“Santa Fe aprendió de sus últimas dos grandes inundaciones, la de 2003 y la de 2007. No ha eliminado el riesgo de inundación, ya que es una ciudad cruzada por dos importantes ríos, pero sí ha logrado prevenir y mitigar consecuencias frente a sus inundaciones”, aseguró Fontana.

Perspectivas
Consultada sobre las perspectivas que tiene para Córdoba, la investigadora indica: “Lo primero que debe hacerse es pensar desde el riesgo y no desde el desastre. Es decir, actuar sobre aquellas cuestiones que permitan reducir el riesgo de desastres. Para disminuirlos, primero es necesario conocer los riesgos, para así poder diseñar e instrumentar políticas para reducirlos. Aquí el conocimiento juega un papel fundamental”.
“Considero que no sólo hay que ver de qué manera podemos estar mejor preparados, sino también es necesario implementar acciones para prevenir que este tipo de eventos sucedan e impacten negativamente en la sociedad. De esto se trata la gestión del riesgo de desastres. Siempre digo que se hace lo necesario ‘gestionar el riesgo’ y no ‘gestionar en el riesgo’”, finaliza Fontana.

Solidaridad y medios de comunicación en las inundaciones
La politóloga Silvia Fontana en su tesis de Maestría en Antropología de la UNC, titulada “Sobre llovido, mojado. Riesgo, catástrofe y solidaridad. El caso Santa Fe”, realiza un análisis sobre el rol que cumplieron los medios de comunicación y organizaciones no gubernamentales tras la inundación de Santa Fe en 2003.
“Se construyó un colectivo de identificación a partir de la conformación de redes solidarias, en las que las organizaciones no gubernamentales, la sociedad civil y los medios de comunicación social los que formaron parte de un ‘nosotros’, mientras que el Gobierno pasó a integrar parte de ‘los otros’”, analizó Fontana.
“Los afectados y los responsables buscaron la explicación de lo sucedido en factores diversos. Mientras que para el Gobierno lo sucedido fue a causa de las intensas lluvias que habían caído sobre Santa Fe, es decir, la causa estaba en la naturaleza; para los habitantes santafesinos, las ONG y los medios de comunicación, el Gobierno fue el culpable por no haber cumplido con la terminación de la obra que evitaría la inundación y por no haber previsto medidas tendientes a mitigar los efectos de una catástrofe en una ciudad rodeada por dos de los más importantes ríos de la Argentina, el Paraná y el Salado”, continúa.
La investigadora cuenta que en la provincia vecina, con la idea de que no pasara al olvido esa inundación, se crearon estrategias y dispositivos de acción como la Carpa Negra de la Memoria y Dignidad, la Marcha de las Antorchas, la Asociación Empresas Afectadas por la Inundación de Santa Fe, el Movimiento de Madres Inundadas, los Familiares de Víctimas de la Inundación, los Vecinos Autoconvocados. Estos grupos surgidos de manera espontánea dirigieron su protesta en contra de las acciones y omisiones del Gobierno. También se pusieron en juego diversas herramientas para la memoria: se editaron libros, se filmaron videos, se inauguraron barrios y plazas, todo conmemorando el 29-A.
“En Santa Fe los medios de comunicación actuaron, por un lado, como comunicadores de la situación que estaba ocurriendo en el lugar para mantener informada a la sociedad; por otro lado, como constructores de la imagen de los gobernantes santafesinos, y también como intermediarios de las donaciones recibidas por parte de quienes a través del acto generoso de dar querían que su ayuda llegara a quienes fueron afectados por las inundaciones”, analiza.
“En Córdoba la solidaridad fue explosiva”, asegura Fontana y es inevitable la comparación con lo ocurrido en Santa Fe. En ambos casos, los medios, las ONG y la sociedad civil han cumplido funciones similares.
“En Córdoba en estos momentos nos encontramos en los hechos, pero ya estamos visualizando algo importante como que la sociedad se está organizando y no sólo reclamando sino tratando de ser parte de las soluciones. Te doy como ejemplo justamente la marcha convocada por parte del papá de Mariana Di Marco, que ojalá sea el inicio de un trabajo conjunto entre sociedad y Gobierno”, finalizó la autora.

Perfil
Silvia Esther Fontana es licenciada en Ciencia Política (Universidad Católica de Córdoba), especialista en Docencia Universitaria (Universidad Tecnológica Nacional-Facultad Regional Córdoba), magíster en Antropología (Universidad Nacional de Córdoba), doctoranda en Política y Gobierno y directora de la Maestría en Gestión Política (UCC).

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