15 jun 2014

Cuestiones poco claras en Malvinas Argentinas



La Voz del Interior (15/06/2014)
Arzani convocaría a una consulta popular

El intendente de Malvinas Argentinas defendió los avances de la nueva legislación ambiental. Apoya la radicación de industrias porque en su localidad hay un 35 por ciento de desocupados o subocupados.
La nueva legislación ambiental aprobada el miércoles por la Legislatura provincial fue bien recibida por organizaciones ambientales y también por el intendente de Malvinas Argentinas, quien dijo que podría impulsar la consulta popular contemplada por esa ley, para que el pueblo se expida sobre la radicación de Monsanto.
“No tengo ningún problema de ponerme al frente de una consulta popular. Estoy totalmente de acuerdo, porque es un mecanismo de participación que si lo hubiéramos tenido en primera instancia, quizá nos hubiésemos evitado varios dolores de cabeza”, sostuvo el radical Daniel Arzani.
El intendente resaltó el aporte de la oposición y las recomendaciones de especialistas incluidas en la ley. “El avance que se dio en los últimos tiempos fue importante. Lástima que a nosotros nos tocó poner la cabeza, porque si no hubiera sido por Malvinas, no se modificaba la ley”.
Arzani propone un “desarrollo sustentable” para su pueblo y quiere que se radiquen empresas, porque la desocupación y subocupación superaría el 35 por ciento.
El intendente reveló que más del 50 por ciento de la población de su localidad, estimada en 15 mil habitantes, “tiene entre 18 y 30 años”.
“En la Municipalidad tengo 2.200 curriculums , solicitudes de trabajo, de un trabajo digno; y no hablo de Monsanto”, se ataja.
“Los empresarios nos ven con buenos ojos. Ya se han radicado cinco empresas que en cada caso dan trabajo a cinco personas, a 20 y hasta a 80 personas. Estuve el miércoles en Buenos Aires con la gente de Bimbo y la semana que viene vendrán a Córdoba para activar aunque sea una de las seis líneas que piensa instalar la empresa en Malvinas. Si se activa el proyecto en su totalidad, habrá trabajo para 450 personas”.
En su cuarto período de gobierno, el radical Arzani ganó por el 86 por ciento de los votos.

–¿Cuál fue el deterioro de su imagen frente al caso Monsanto? ¿Cómo está hoy en la consideración popular?
–Yo no me encuesto. Con la gente, estoy lo más bien, recibo a 200 personas por día y tengo una relación magnífica con la comunidad. Con los manifestantes, que son siempre los mismos y los conozco a todos, no comparto la metodología que emplearon para oponerse a la radicación de Monsanto y estamos enfrentados en ese aspecto. Pero en lo cotidiano, no tengo problemas. Es una discusión ideológica: ellos siguen insistiendo en que es una empresa que contamina. El estudio de impacto ambiental no fue rechazado por contaminación, sino porque estaba incompleto. Habrá que esperar el nuevo estudio. Sólo aseguro que jamás aprobaré algo que pueda afectar la salud de mi pueblo. Lo que quiero es que vengan empresas a ofrecer trabajo digno. No quiero que hablen de Malvinas por contaminación; mi deseo es llegar a ser como ciudades pujantes. Hablo de Arroyito y Arcor, de General Deheza y la aceitera. Acá vienen dos empresarios por mes con interés de invertir y eso es lo que interesa.

Desde Estados Unidos
Arzani aclara que “nunca” pidió que Monsanto se vaya o se quede. “En primera instancia, se largó la radicación desde Estados Unidos, con la presidenta de la Nación. Luego se hizo el lanzamiento desde Córdoba, con un silo que atravesaba toda la Casa de Gobierno, y todos estaban de acuerdo”, recordó.
Ante una pregunta, aclaró que el recurso presentado por la Municipalidad ante el Tribunal Superior de Justicia de la Provincia, después de que la Sala 2 de la Cámara Laboral declarara la inconstitucionalidad del permiso otorgado a Monsanto para radicarse y ordenara la paralización de la obra, “no fue para defender a la empresa”.
“Lo que nosotros defendemos es nuestra ordenanza, que adhirió al decreto de Ambiente de la provincia; defendemos nuestra autonomía municipal. Acá no defendemos ni a Monsanto ni a la Secretaría (hoy ministerio) de Ambiente”.

Ambientalistas
Los dirigentes de la Asamblea Malvinas Lucha por la Vida y Funam rescataron la importancia de la nueva ley, aunque Raúl Montenegro dudó de que los funcionarios la respeten.
“La ley anterior no era mala; las normas existen, pero no se cumplen. El principal violador serial de las normativas provinciales y nacionales es el propio Gobierno de Córdoba”, dijo.
Montenegro cargó sobre la Fiscalía Anticorrupción porque las denuncias son archivadas. “Estas violaciones de los funcionarios no han tenido siquiera imputados. No hablo de procesados, eso ya es política ficción. La lista de denuncias es larga, pero archivan todo”, planteó.

Las cosas en claro
“Nunca pedí que Monsanto se vaya o se quede en Malvinas Argentinas”, manifestó el intendente Arzani.
Recordó que “todo esto se largo desde Estados Unidos, con la presidenta de la Nación (Cristina Fernández).

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El reino de la anarquía

Bonaerenses, santafesinos y locales abandonaron las carpas. Incidentes y detenciones por los graves sucesos frente a la Legislatura fueron determinantes. Duras críticas del titular de Funam por el autoritarismo.
Miércoles 11 de junio. La Legislatura de Córdoba amanece rodeada de vallas y con una fuerte custodia policial. Hay siete personas encadenadas porque están en contra de la aprobación de la nueva Ley de Política Ambiental, que está a punto de tratarse y ser sancionada.
El número de manifestantes y banderas identificatorias de partidos de izquierda y carteles contra la radicación de Monsanto aumenta a medida que pasan las horas. Y se suman también algunos de los integrantes de la Asamblea Malvinas Lucha por la Vida.
A los cordobeses que protestan se les suman hombres y mujeres que llegaron desde otras provincias.
Pero ¿qué pasa en el campamento ubicado en los accesos a la paralizada obra de la empresa Monsanto, 14 kilómetros al este del centro de la ciudad de Córdoba? ¿Quiénes son esas personas que no viven en la pequeña localidad de Malvinas Argentinas y acampan desde hace meses en el lugar? ¿De qué viven? ¿Alguien les paga? ¿Alguien los mandó a hostigar porque protestan?
Mientras los ánimos se iban caldeando en los alrededores de la Legislatura, un periodista de este diario intentó hablar con esas personas para encontrar respuestas. Aparentemente, se daba una ruptura entre los del acampe y los ambientalistas del pueblo de 15 mil habitantes. Los últimos contaron con el apoyo de distintas organizaciones sociales, para evitar la radicación de la empresa que pretende instalar una procesadora de semillas de maíz sobre la ruta A-188, a dos kilómetros de la localidad.
El 8 de enero de 2014, la Sala 2 de la Cámara del Trabajo de la capital provincial declaró la inconstitucionalidad de los permisos a la multinacional norteamericana para empezar a construir la planta y ordenó la suspensión de la obra.
“A partir de ese momento, consideramos que no tenía razón de ser el acampe y nosotros nos retiramos”, indicó Gastón Mazzalay, la voz cantante de Malvinas Lucha por la Vida.
Son las 13.15 de ese miércoles agitado. En ambos extremos de los ingresos a la paralizada planta se erigen las dos carpas principales y entre ambas hay otras cuatro o cinco más pequeñas.
Un hombre de unos 55 años que estacionó un Renault Clio al costado de la ruta habla con un encapuchado que reside en el lugar. Ya a dos metros de la carpa, un muchacho rubio, alto y desgarbado, con manchas rojas en la cara y bigotes finos, sale al cruce del periodista.
“Estamos como ocupados en este momento, no vamos a hablar”, se excusa el rubio, que luce un saco sport muy corto y desaparece.
Casi en simultáneo, aparece otro hombre. Viste polera negra y un pantalón capri (de los que llegan hasta la rodilla) del mismo color. Las medias con rayas multicolores tapan sus piernas. Visiblemente molesto, dice: “No son bienvenidos acá”. Y completa: “Ese diario ( La Voz del Interior ) no es bienvenido acá”.
Cuando el cronista se dirige a la carpa del primer portón, el recibimiento no fue tampoco demasiado afortunado. “Usted es del diario oficialista de Monsanto y (el gobernador José Manuel) De la Sota, ustedes son genocidas, asesinos de chicos”, se despacha el único que está a cara descubierta.
Es un rubio corpulento, de no menos de 1,90 metros de estatura. con un gorro de lana marrón en la cabeza. Lleva puestos unos pantalones cortos y sostiene una guitarra con la mano izquierda. Una mujer, también encapuchada, pasa como ignorando la presencia del visitante. Otra persona, con el rostro oculto, clava la vista en el periodista, con mirada desafiante y desconfiada.
“No vamos a hablar con ese diario imperialista”, se despacha el grandote.
–¿De dónde son ustedes? ¿No son vecinos de Malvinas, no?
–No importa de dónde somos, no somos de ningún partido político. Somos una organización horizontal, acá no hay líderes.
–¿De qué viven?
–Tengo dos títulos universitarios (se jacta uno, de gorro marrón).
–¿Cuántas personas viven acá?
–(Uno de los enmascarados salta como un resorte). Eso es secreto, acá vienen topos (espías) y ustedes son un diario de mierda, son cómplices de genocidio. Vos y tu diario son nuestros enemigos (vocifera amenazante).
–¿Es verdad que a cada uno de ustedes una fuerza política les paga entre 200 y 300 pesos por día?
–A nosotros no nos paga un partido político.
–El diario de ustedes sacó un comunicado de repudio de Monsanto porque agredimos a la gente de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (Uocra), que defiende a quienes trabajaban en el montaje de la planta, cuando ellos mismos los habían mandado a patotearnos. Nos robaron las computadoras, los alimentos, rompieron todo y nos cagaron a palos.

El ataque
Un funcionario de la Municipalidad de Malvinas Argentinas reconoció que lo que denunciaba el acampante era cierto: “La verdad es que sí fueron patoteados”, aseguró luego, al ser consultado.
Esta fue la despedida. Un día después, al fotógrafo de este diario Ramiro Pereyra no le fue mejor. Fue al acampe a sacar fotos para ilustrar esta nota. Tres de los hombres que allí estaban, uno esgrimiendo un garrote, le hicieron borrar las fotografías que había sacado. “Si no, no salís de acá”, le advirtieron.
Una recorrida por el pueblo demostró que los del acampe no eran bien vistos por los vecinos de Malvinas.
Una almacenera, que por temor a represalias pidió reserva de su identidad, dijo que entró en confianza con dos mujeres que protestaban, procedentes de la provincia de Buenos Aires. “Una de ellas me dijo que era de Rojas, donde hay una planta de Monsanto. Y yo le pregunté por qué venía a Malvinas y no se quedaba a pelear allá. ¿Sabe qué me respondió? Que dejó a su familia y a los hijos allá porque acá le pagaban un sueldo. Cuando quise saber quién la contrataba, comentó que era alguien de Buenos Aires, pero no sabía su nombre”.

Crítica de Funam
“Antes que nada, quiero expresar mi solidaridad total con el fotógrafo Ramiro Pereyra, porque nadie puede impedir que un periodista pueda ejercer su trabajo”, aclara Raúl Montenegro, presidente de la Fundación para la Defensa del Ambiente (Funam).
“Ese es un problema para Malvinas Lucha por la Vida, que ha trabajado muy bien; yo he aprendido mucho al lado de los asambleístas. Esto ya ha sucedido y sucede en distintos lados cuando aparece gente que no pertenece a la comunidad y no respeta las reglas de participación”, agrega.
Aunque no lo dicen oficialmente, algunos integrantes de Malvinas Lucha por su Vida comentan en off cosas fuertes.
Cuentan que los del acampe “se dicen anarquistas, son antisistema y participan de cualquier protesta callejera. Son los que pintaron la Catedral cuando se hizo la marcha de la gorra”.
“Decir que son anarquistas es demasiado –opina Montenegro–. Quieren visibilizarse a sí mismos y no son parte de una lucha, no participan de un proceso orgánico. Son actores que se transforman en satélites independientes y se tornan inmanejables. Acá lo que debe primar es la decisión de los asambleístas, que son los que viven en el pueblo”.
El jueves al atardecer, los acampantes abandonaron las carpas y desaparecieron. Por esas horas, permanecían detenidas seis personas de Buenos Aires y Capital Federal y otra de Tucumán, todas por los delitos de agresión activa, daño y resistencia a la autoridad.
El fiscal Guillermo González imputó en total a 26 personas que participaron de los incidentes. Entre ellos, hay varios que no residen en Córdoba: Matías Iván Chiglioni (31), Gelasen De León (22), ambos empleados, y la artista Julieta Crimi, todos de Capital Federal; Juan Manuel Tévez (27), albañil de Mar del Plata; Eduardo Farías (26), empleado en San Vicente, provincia de Buenos Aires; un menor de 17 años, de Parque Patricios, Capital Federal, y Ramiro Ezequiel Gallo, un desocupado de Tucumán.
Curiosamente, ayer, entre las carpas abandonadas apareció una de tamaño pequeño, tipo iglú, ocupada por dos chicas y un muchacho, quienes al parecer se conducían en un viejo Ford Taunus celeste. De los supuestos anarquistas, ni rastros.

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