26 nov 2012

La dificultad y el peligro de andar a pie o en bici

La Voz del Interior (26/11/2012)
Calles para todos

La dificultad y el peligro que implica moverse a pie o en bicicleta por la ciudad de Córdoba suponen una política de tránsito que privilegia a los vehículos a motor y que debe ser modificada.
La ley de la calle sigue siendo en la ciudad de Córdoba una versión apenas un poco más civilizada que la ley del más fuerte, pese a los esfuerzos intermitentes de las gestiones municipales y del trabajo de los inspectores de tránsito cuando no están de asamblea.
Para decirlo con una metáfora darwinista, rige una variante vehicular de la cadena alimentaria: los colectivos se comen a las camionetas y estas se comen a los autos, y todos juntos se comen a los carreros, las motocicletas, las bicicletas y los peatones.
Un relato frecuente de los turistas argentinos que visitan grandes ciudades como París o Nueva York es subrayar el respeto que se les tiene a las personas que cruzan la calle o que se mueven en bicicletas. Se les cede el paso, incluso cuando no van por la senda que les corresponde.
La urgencia y la desesperación por ganarle un minuto al semáforo se potencian para que sea complicado moverse por la ciudad si uno no marcha acorazado en una de las variantes recién enumeradas de depredadores viales.
El pasado lunes 19, este diario publicó un informe sobre la escasa cantidad de pasarelas disponibles para atravesar las avenidas más transitadas de la capital de la provincia. Hay gente que, por la edad, pone en riesgo su integridad física cada vez que tiene la necesidad de cruzar a la vereda del frente.
También la semana pasada, el grupo Biciurbanos hizo oír sus reclamos con el objetivo de que se creen 3.400 espacios donde sea posible dejar las bicicletas. Estos rodados son discriminados en las playas pues, como alega la Cámara de Estacionamientos, no tienen seguro ni patente y resulta difícil identificar a sus dueños.
Hay que recordar que Córdoba fue, a principios de la década de 1990, la ciudad con mayor cantidad de ciclovías de Latinoamérica. Sin embargo, como suele pasar en estas latitudes con las buenas ideas que se les ocurren a otros, esa iniciativa de la gestión de Rubén Martí fue puesta entre paréntesis por las siguientes administraciones municipales.
Así, por privilegiar la velocidad de acceso desde Villa Allende, se eliminó la ciclovía que iba hasta el Aeropuerto y ahora la Policía Caminera dificulta la circulación en bicicleta por la autovía que llega hasta Río Ceballos.
Tampoco puede esperarse demasiado del reciente anuncio de reforma del transporte público en la Ciudad de Córdoba, porque apunta a agilizar el movimiento de colectivos, taxis y remises por las denominadas “redes troncales”, y sólo colateralmente incluye a ciclistas y peatones.
Si se pretende diseñar una política de tránsito urbano que sea inclusiva y que tienda a mejorar el ambiente y la calidad de vida de los habitantes, lo primero que debe entenderse es que las calles pertenecen tanto a los que van rápido como a los que van despacio.

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