16 abr 2012

Para tener una Capital limpia

La Voz del Interior (16/04/2012)
Para tener una ciudad limpia

El mediocre resultado del nuevo servicio de recolección de basura y la falta de una cultura adecuada por parte de sus habitantes han convertido a Córdoba en una ciudad sucia.
Los resultados están a la vista y para conocerlos no hace falta adentrarse en los barrios más alejados del Centro. Córdoba se ha convertido en una ciudad sucia. Las razones son múltiples y, entre ellas, también hay una cuestión cultural que quizá no sea sólo de los cordobeses, sino que es una práctica que se extiende por todo el país. Pero aquí fallan los servicios y los controles, por lo cual abundan los sitios donde se acumula la basura.
Esta situación debe ser cambiada para ofrecer a los habitantes, en primer término, un espacio digno para el desarrollo de sus actividades. Y para presentar a los turistas, en segundo lugar, una ciudad que merezca ser recorrida y admirada en su historia, sus monumentos, sus modernos museos y sus nuevos diseños.
Por supuesto que las responsabilidades no son iguales para todos. En primer lugar y luego de más de un mes de la prestación por parte de los nuevos concesionarios, la Municipalidad de Córdoba debe encarar un control más estricto sobre la calidad y puntualidad de las dos prestatarias del servicio, las empresas Cotreco y Lusa. Ya transcurrió el suficiente tiempo de aclimatación y adecuación para que se torne insoportable la falta de cumplimiento de recorridos o existan servicios deficientes, como la limpieza de calles y sitios públicos.
En segundo lugar, corresponde al municipio encarar una campaña de concientización y penalización. Esa tarea debe ser permanente, para que los cordobeses asumamos la cultura de tener una ciudad limpia. La obligación se extiende desde no tirar papeles ni plásticos en los espacios públicos hasta evitar arrojar en otros sitios escombros, electrodomésticos en desuso, etcétera. Quizá sea oportuno que el municipio habilite espacios donde puedan entregarse esos elementos, lo que evitaría que sean ubicados como horribles “adornos” en calles, plazas y paseos.
En una segunda etapa, esa limpieza debe alcanzar a los espacios visuales, ante la invasión de cartelería con publicidad. Los partidos políticos y agrupaciones sectoriales, a su vez, tendrán que asumir la obligación de limpiar los espacios que ensucian o contaminan o, en caso contrario, ser efectivamente penalizados.
Rosario y Mendoza, dos de las ciudades que siguen en importancia a Córdoba, tienen un patrón de conducta que nos provoca admiración cuando visitamos esas urbes.
“Los cordobeses nos hemos vuelto sucios”, sintetizó años atrás un ex intendente, en un diagnóstico inapelable sobre la cultura que asumimos en un tiempo reciente. Es hora de que comencemos a cambiarla entre todos. Con el Estado ejerciendo sus responsabilidades, con un mejor servicio por parte de las empresas recolectoras y con un cambio de actitud por parte de los vecinos.
Sin duda, nos merecemos un mejor lugar para vivir.

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