28 ago 2009

El drama del fuego y sus imágenes

La Voz del Interior (28/08/2009)
El drama del fuego y sus imágenes

En cada foto de los incendios en las sierras, se trata de dar testimonio del drama y del coraje de los que pelean contra las llamas. Y también de ayudar a tomar conciencia. Cada año, sobre el final del invierno, se desatan los incendios en distintos puntos de las sierras cordobesas. Ya es una lamentable rutina: el fuego comienza a crecer allí donde la sequía deja el campo propicio para que ardan miles de hectáreas.
Esas llamas se convierten en la pesadilla de muchos hombres y mujeres que luchan con desesperación para impedir que les destruyan todo lo que tienen, que en muchos casos es muy poco. Hacia esos focos también van, dispuestos a combatir, los bomberos voluntarios de localidades y parajes.
Es la tragedia natural que cada año sufrimos los cordobeses. Cuando llega a la Redacción del diario la noticia de que se ha iniciado un foco de incendio, para los reporteros gráficos –los fotógrafos– también empieza un desafío que no por repetido deja de ser, cada vez, una experiencia particularmente difícil.
Depende del lugar donde se produzca el incendio, se destinan a cubrir el hecho fotógrafos corresponsales instalados en distintos lugares de la provincia o directamente miembros del equipo de la Redacción central.
Comienza entonces una intensa acción. Lo común es que tengamos que caminar varios kilómetros desde el lugar al que pueden llegar los vehículos (por condiciones de acceso o por seguridad) hasta donde se encuentra el frente de fuego donde trabajan los bomberos.
Cuando sentimos el calor que derrite, el humo que sofoca, alcanzamos a tener una idea de la dimensión del coraje que exige la pelea que dan los bomberos y los propios vecinos. Todos arriesgan sus vidas. En medio del fragor y del ruido de la naturaleza ardiendo, se escuchan también los gritos de ayuda para combatir un sector en el que el fuego se agiganta, mientras no cesa el silbido del viento.
Claro que el mayor de los peligros es que el viento cambie de dirección y que el fuego envuelva a todos, fotógrafos incluidos.
Y mientras los animales dan alaridos espantados y se espera a los aviones que no llegan, nuestra misión es intentar obtener imágenes que puedan ser capaces de retratar lo que vemos y lo que vivimos en semejante versión del infierno.
Uno no deja de apretar el disparador, pensando en que la próxima foto puede ser la que mejor registre esos momentos llenos de adrenalina.
Pero no se trata de buscar la foto más lograda por sus definiciones técnicas y periodísticas, sino aquella que contribuya a dar testimonio de la magnitud del drama y de la batalla a puro corazón que se da en los incendios.
Ojalá alguna imagen sea capaz de ayudar a tomar conciencia de toda la tragedia que se puede desatar por una imprudencia, por una negligencia. Esa, sin dudas, será la mejor de las fotos.

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