17 jun 2009

Actuar para proteger el ambiente

La Voz del Interior (17/06/2009)
Actuar para proteger el ambiente

Por Raúl Costa. - Secretario de Ambiente de la Provincia de Córdoba

La deforestación provocada por el desmonte, los incendios forestales y la producción de leña y carbón vegetal, entre otros, inciden en el proceso de desertificación.
La Convención Internacional de Lucha contra la Desertificación y la Sequía define a este problema como la degradación de las tierras áridas, semiáridas y subhúmedas, resultado de las variaciones climáticas y las actividades del hombre. Se concibe como un fenómeno originado en causas físicas, biológicas, económicas, sociales y culturales que interactúan ejerciendo una fuerte presión sobre el sistema natural y que provocan una serie de trastornos, de muy compleja solución.
Hoy es el Día Mundial de la lucha contra este flagelo, ocasión más que propicia para echar luz sobre sus consecuencias en la calidad de vida de las poblaciones y la incidencia negativa sobre nuestro espacio natural.
Este proceso de deterioro del suelo ocurre especialmente en terrenos débiles en su composición, que se ven afectados por condiciones y características de la naturaleza, como ser el grado de aridez, el índice de variabilidad de lluvia, la ganadería y fluctuaciones climáticas. También por cuestiones socio-económicas y culturales relacionadas con prácticas agrícolas inapropiadas y el manejo inadecuado de los recursos naturales.
Como resultado tenemos entonces la pérdida de la biodiversidad de los bosques y el suelo, y la consecuente caída de la productividad, que provocan el empobrecimiento y anegamiento de muchas poblaciones y comunidades. Y aquí nos encontramos con un grave y preocupante problema socioeconómico. En estas zonas, la calidad de vida de los pobladores disminuye debido a que, en muchos casos, no logran satisfacer sus necesidades vitales.
En las regiones afectadas por la desertificación, el ritmo de la regeneración de la cubierta vegetal es muy lento. Este proceso se inicia con períodos de sequías alternando épocas con abundancia hídrica, en donde el suelo es sometido a la presión agropecuaria con respecto a su capacidad de uso. Al ser el agua cada vez más escasa, aumenta la frecuencia de voladuras, remolinos, tormentas de polvo, y las tierras se vuelven susceptibles de ser abandonadas para su aprovechamiento agropecuario.
Entre los factores señalados, sin duda la deforestación provocada por el desmonte, los incendios forestales, la producción de leña y carbón vegetal, las construcciones y urbanizaciones no adecuadas y la invasión de especies exóticas tienen una incidencia sustancial. Pero ello se ve agravado por el uso que posteriormente se le da al suelo, especialmente al llevarse a cabo prácticas agrícolas sin la debida utilización de técnicas de conservación. Éstas deben enfocarse en la conservación de pasturas, la rotación de cultivo, la siembra en terrazas en terrenos con pendientes, el no arado de la tierra y principalmente la cobertura vegetal en épocas de lluvias.
Córdoba tiene 16.532.100 hectáreas de superficie total, de las que hoy sólo queda 3,6 por ciento (594 mil hectáreas) de bosque nativo de las 12 millones de hectáreas existentes originalmente. Los datos son contundentes. Según indica un informe sobre la Llanura Chaqueña elaborado por esta Secretaría, hasta 2008 quedaban en esta zona del nordeste cordobés 42.756 hectáreas de bosque cerrado (4,24 por ciento); 35.284 hectáreas de bosque abierto (3,5 por ciento) y 18.533 hectáreas de arbustal-pastizal (1,84 por ciento).
Sobre este tema estamos desarrollando diversos programas tendientes a lograr el mantenimiento y manejo sustentable de nuestros bosques nativos. Forman parte de estas acciones la aplicación, a partir de abril de 2005, de la ley N° 9.219, que prohíbe los desmontes totales para agricultura y cambios en el uso del suelo por 10 años en todo el territorio provincial, y la implementación de los “Términos de referencia para las intervenciones sobre el bosque nativo”; la creación del sistema de pequeños productores que brinda apoyo técnico a productores de escasos recursos que poseen campos con bosque nativo para lograr un manejo sustentable de los mismos y evitar que éstos se vean obligados a desprenderse de sus campos, y la implementación del Programa de Regularización Forestal de Desmontes, que permite al productor que realizó desmontes no autorizados antes de abril de 2005 regularizar la situación de su campo adecuándolo a la normativa actual, lo que implica establecer reservas forestales intangibles y recuperar áreas y cobertura arbórea.
Otorgamos la nueva guía forestal para el tránsito de productos forestales del bosque nativo, con medidas de seguridad que evitan su falsificación, para realizar un control más efectivo de los campos y movimientos de productos del bosque nativo.
Trabajamos para estimular la producción y la conservación ambiental, partiendo de intervenciones que propician el desarrollo regional sustentable. Todos somos responsables del cuidado de nuestros recursos. El desafío reside en actuar como verdaderos protectores ambientales.

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