24 may 2009

Capital: El agua subterránea, imposible de utilizar

La Voz del Interior (24/05/2009)
El agua subterránea, imposible de utilizar

Conforman una invalorable reserva de agua dulce, pero la mayor parte de las napas superficiales de la ciudad está contaminada.
La mayor parte del agua subterránea que se encuentra por debajo de la ciudad de Córdoba presenta contaminación moderada o alta. Así lo determinó un estudio realizado por la Universidad Blas Pascal (UBP), auspiciado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Los sectores que tienen sus napas más contaminadas son las que coinciden con los cursos de agua superficiales que atraviesan la Capital: el río Suquía y el arroyo La Cañada.
Allí se detectó alta contaminación, con importante presencia de sólidos totales, nitratos, nitritos, fosfatos y baja concentración de oxígeno. A la altura de la planta de tratamiento de líquidos cloacales de Bajo Grande, la contaminación es muy alta.
En el resto de la ciudad, la presencia de contaminantes es moderada. Sólo en una pequeña superficie ubicada hacia el sudoeste, la contaminación es baja.
Según lo explicado por Alberto Ferral, uno de los autores del estudio y titular de la licenciatura en Gestión Ambiental de la UBP, eso obliga a perforaciones de casi 200 metros para conseguir agua de calidad.
El estudio identifica como las principales fuentes de contaminación a los conductos de desagües residuales, el agua de lluvia urbana y los sitios de eliminación de residuos sólidos.
Los sedimentos que el río arrastra con las lluvias contaminan automáticamente la primera napa, y hay posibilidades muy altas de que suceda lo mismo con la segunda y la tercera.
"Donde se sufre más es donde hay terrenos más arenosos, en las áreas de los countries ubicados hacia el noroeste", puntualizó Ferral.
Hasta no hace mucho tiempo, gran parte de la ciudad era abastecida con agua proveniente de pozos. A tal punto que es muy fácil encontrar los enormes tanques en numerosos barrios.
Pero la contaminación obligó a cerrarlos y conectar a esos vecinos a la red de agua potable. Hoy quedan pocos lugares donde se provee agua de las napas. Uno de ellos es Villa La Merced, en el este de la ciudad, y para conseguir agua de buena calidad se tuvieron que alcanzar los 170 metros de profundidad.
Pero hay un riesgo latente. Ferral sostiene que el agua de la primera napa, que está muy contaminada, se utiliza para el riego de frutas y hortalizas que luego se consumen en la ciudad.
Pensar el futuro. Ferral pronostica que en los próximos 50 años las actuales fuentes de abastecimiento de agua de la ciudad no alcanzarán para toda la población. Esas fuentes son los diques San Roque y Los Molinos, que tienen una dependencia exclusiva de las lluvias para mantenerse a nivel.
El origen de esa agua es una gran esponja que es la Pampa de Achala. "Pero no se está cuidando. Se nota en cómo se está edificando en todo ese sector", aseveró Ferral.
Si el régimen pluvial no mejorara, y la población siguiera aumentando, se produciría un colapso en el abastecimiento.
"Dentro de 40 ó 50 años probablemente no veamos el agua circular por el río Suquía", dijo el especialista.
Por otra parte, esos embalses ya se encuentran fuertemente comprometidos, debido a los procesos de eutrofización que están sufriendo.
Ante este panorama, cobran una importancia vital las reservas de aguas subterráneas ubicadas bajo la superficie capitalina, y junto con ello, la necesidad de que se encuentren utilizables.
"Acá es muy buena el agua subterránea, a tal punto que empresas dedicadas a la elaboración de bebidas compraron terrenos en la zona este para obtener el agua a profundidades de más de 200 metros", afirmó Ferral.
"Hay que imaginarse –agregó– si hay que abastecer a una ciudad con agua a 200 metros de profundidad. La energía que se necesitaría para extraerla le daría un costo similar a una gaseosa".
La única alternativa para que el abastecimiento sea sustentable es que se extraiga el agua de las napas superiores: justamente las que se encuentran con un alto nivel de contaminación.
Prevención. El problema, según Ferral, es que es muy difícil revertir el estado en que se encuentran las primeras capas de agua subterránea. "Tomaría unos 50 años", aseveró.
No obstante, considera que es indispensable comenzar a poner en práctica políticas de prevención y monitorear las napas. "La prevención es fundamental, y es central saber con qué la estamos contaminando", manifestó.
Según lo expresado por Ferral, no existe ningún tipo de control sobre las napas en ningún lugar del país. Por lo tanto, si no hay un cambio de actitud, las aguas subterráneas serán un recurso valioso, pero imposible de utilizar.
Aunque en ciudades como Mendoza ya se está comenzando a tomar en serio el problema. "Los argentinos hemos tenido leyes importantes sobre el manejo y conservación del agua, como en Mendoza, donde ya se está discutiendo cómo se van a tomar los grados de contaminación a futuro", dijo el especialista.
En cuanto al control, consideró que la única manera de poder realizarlo es mediante el monitoreo. Sumado a eso, está el ahorro y conservación que también se logra con la educación del pueblo.

Ficha del estudio
Participantes del proyecto. Universidad Blas Pascal (socio guía/líder); Universidad Birzeit, Palestina (socio participante); Instituto tecnológico de India (socio participante), Unesco-IHE, Delft, Países Bajos (orientación técnica).
Investigadores de la UBP. Alberto Ferral, Eugenia Alaniz, Anabella Ferral y Martín Sarmiento.
Conclusiones más importantes. El acuífero bajo la ciudad de Córdoba consiste en sedimentos cuaternarios con moderada conductividad hidráulica. La química de las aguas subterráneas muestra altas concentraciones de sulfato y cloruro. En algunas zonas industriales las concentraciones de nitratos, arsénico, fluoruro y bacterias coniformes superan los límites tolerables.

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Advertencia por el enterramiento

Alberto Ferral advirtió que situar el enterramiento sanitario dentro del ejido urbano de la ciudad de Córdoba aumentará significativamente la contaminación de las aguas subterráneas.
"Si hubiera que enterrar la basura dentro del ejido municipal, me atrevo a decir que la ciudad no tiene capacidad de absorber esa carga bajo ningún concepto", afirmó el especialista.
Según Ferral, las características del suelo en Córdoba son muy particulares: "Tenemos una barranca en la que el río ha desplazado todo su manto hacia el noreste, toda esa parte es muy vulnerable".
Por ese motivo, en la década de 1970, cuando se estudiaron los suelos para establecer el actual enterramiento sanitario, se seleccionó Potrero del Estado. Eso se decidió así porque allí se encontró la mejor arcilla de impermeabilización.
De esta manera, se reducen los riesgos de que los líquidos lixiviados que se producen por la descomposición de la basura contaminen las napas.
"Independientemente de los tratamientos previos al entierro, siempre se corren riesgos de filtraciones. Las capas geotextiles son buenas, pero sabemos que ninguna, bajo las mejores condiciones, puede durar más de 100 años", aseguró Ferral.
El éxito depende de enterrar la menor cantidad y la más selectiva, ya que si se mezclan los contaminantes son muy difíciles de extraer.
"Y qué sufre más: las napas subterráneas, y sobre todo, la napa freática. Pero las capas tienen comunicación, así como la superficie tiene comunicación con la primera capa, las otras napas, por fisuras, filtraciones y naturaleza de los terrenos, también se contaminan", agregó.
El especialista puntualizó que los basurales a cielo abierto también constituyen un serio foco de contaminación para las aguas subterráneas. "Son más de 90 basurales a cielo abierto", dijo. Y señaló que el mayor riesgo es la variedad de basura en descomposición y sus diferentes compuestos.

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