12 abr 2009

Bouwer: Qué implica el cierre

La Voz del Interior (12/04/2009)
Qué implica el cierre del relleno sanitario

Se debe remediar un predio con 10 millones de toneladas de basura enterradas. Y hay que encontrar un terreno alternativo.
Con la decisión de la Municipalidad de Córdoba de cerrar el enterramiento sanitario de Potrero del Estado, comienza una nueva etapa en la que se discutirá sobre los procesos que deben llevarse adelante para remediar ambientalmente el predio y sobre la necesidad de encontrar un terreno alternativo.
Desde hace 27 años, la ciudad de Córdoba entierra en ese lugar los residuos que diariamente producen sus habitantes. Y desde hace unos años, otras 18 localidades también destinan allí sus desechos.
A principios de los ’80, se eligió el enterramiento para terminar con los basurales a cielo abierto que funcionaron en la década de 1970, en la zona donde hoy se asienta barrio Nuestro Hogar III. Esos basurales se habían establecido después del cierre de dos incineradores que se encontraban en los barrios Observatorio y Villa Belgrano.
Por mes, unas 75 mil toneladas de basura llegan al relleno para ser compactadas y enterradas, sumando unas 900 mil toneladas anuales. Y en la década del ’80 y del ’90 se procesaban unas 200 mil toneladas de basura por año.
Por lo tanto, el cierre del vertedero significará remediar ambientalmente un predio de 220 hectáreas, que tiene enterrados más de 10 millones de toneladas de residuos. Esa basura está dividida en nueve fosas. Las primeras ocho se utilizaron desde 1982 hasta 1998, y hoy están cerradas.
En 1996 se descubrió que en esas celdas no se colocaba una membrana que impide que los líquidos lixiviados –que se producen por la descomposición de la basura– se filtraran hacia las napas subterráneas. La empresa que operaba el predio en esa época aseguraba que, por las características arcillosas del suelo, no era necesario colocar esa membrana impermeabilizante.
La polémica que se desató obligó a la operadora a comenzar a utilizar, desde esa época, las membranas en las fosas siguientes, denominadas geotextiles.
Fosa polémica. Ya en 1998, con la entrada en vigencia de un nuevo contrato de recolección de residuos en la Capital, se abrió una nueva fosa, mucho más grande que las anteriores.
Se trata de la fosa nueve, que tiene 840 metros de largo por 385 metros de ancho, una profundidad de 16 metros y una altura, según Crese, de 22 metros. Es la celda que se sigue utilizando hasta la actualidad, y que tendría una vida útil que le permitiría seguir operando hasta 2016.
Esta fosa fue la que desató la polémica con la localidad de Bouwer, ubicada 3,5 kilómetros al este del enterramiento.
Es la famosa "montaña de basura" a la que hacen referencia los vecinos de esa localidad, cada vez que reclaman por el relleno. Se puede apreciar desde la ruta 19, a la altura del predio.
Según Raúl Montenegro, biólogo, presidente de Funam y asesor de la comuna de Bouwer, la verdadera altura de la fosa es de 27 metros, que, sumados a su profundidad, "dan una montaña de basura de casi 50 metros de alto, violando las normas básicas de la ingeniería sanitaria".
Un nuevo predio. La Municipalidad anunció que, en 60 días, la Universidad Nacional de Córdoba deberá elegir un nuevo predio para enterrar la basura que todos los días genera la Capital, dentro de su ejido. Ese territorio tiene una superficie total de 57.618 hectáreas, con 21.625 hectáreas urbanizadas.
Allí se debe seleccionar un predio lo suficientemente grande como para recibir las 75 mil toneladas mensuales de basura que hoy van a Potrero del Estado, y que debe cumplir con una serie de características para su correcto funcionamiento.
Por ejemplo, deberá estar alejado de urbanizaciones y de cursos de agua superficiales. Los vientos deberán soplar en dirección contraria a la de donde esté establecida la población más cercana.
Sus suelos deben tener muy baja permeabilidad, y las napas de agua subterránea deben estar a gran profundidad. Por otra parte, la elección de ese terreno deberá ser consensuada con los vecinos de la zona, para evitar que se sucedan las protestas y el malestar popular.
Rosario, por ejemplo, tuvo que cerrar un relleno sanitario porque un barrio cercano que estaba a 600 metros se opuso a su establecimiento. "Una vez que uno pierde un enterramiento sanitario, es muy difícil encontrar uno nuevo", dijo el secretario de Obras Públicas de esa ciudad, Pablo Seghezzo.
El funcionario recordó que ese inconveniente provocó que se incrementaran los costos de transporte y los riesgos ambientales. "Si uno tiene un lugar, hay que defenderlo", finalizó.

Características
Ubicación. 18 kilómetros al sur de Córdoba y 3,5 kilómetros al este de Bouwer.
Superficie. 220 hectáreas.
Terreno. Geológicamente estable, y con un suelo de baja permeabilidad.
Napas. Ubicadas a una profundidad de 90 metros, y alejadas de cauces de agua superficiales.
Monitoreo. Cuenta con seis pozos de monitoreo de aguas que llegan hasta la primera y segunda napas de agua subterránea.
Fosas. Posee nueve fosas. Las ocho primeras operaron desde 1982 hasta 1998. La novena fosa es la más grande y opera desde 1998. Posee una longitud de 840 metros y un ancho de 385 metros. Tiene una profundidad de 16 metros y una altura, desde la superficie, de 22 metros. Es la que se encuentra activa.
Quiénes entierran. La ciudad de Córdoba, Villa General Belgrano, La Falda, La Calera, Despeñaderos, Bouwer, Río Ceballos, Unquillo, Corralito, La Cumbrecita, Saldán, Malvinas Argentinas, Villa Allende, Alta Gracia, San José de la Quintana, Santa Mónica, Valle de Anisacate, Los Aromos y La Bolsa.
Cuánto se entierra. 75 mil toneladas mensuales.

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Comienzan a debatirse los procesos de remediación ambiental del predio

En la próxima reunión entre los funcionarios de la Municipalidad y los residentes de Bouwer, comenzará a debatirse cuáles son los procedimientos que se deben realizar para remediar ambientalmente el enterramiento sanitario de Potrero del Estado.
La actual operadora del predio, la empresa estatal Crese, informó que la primera medida en ese sentido es el relleno de las fosas excavadas con suelo, la cobertura final del módulo en construcción y su sembrado con vegetación. Luego, dependiendo del destino final que se le otorgue al predio, se deberá forestar y se deberán realizar las obras de infraestructura necesarias.
"Se deben minimizar las necesidades de mantenimiento posterior. Y asegurar que se mantengan las condiciones actuales que permiten la eliminación de los riesgos de contaminación que pudieran afectar a la salud y al medio ambiente, causados por fugas post-cierre de residuos sólidos, líquidos lixiviados, gases del relleno sanitario y descomposición de productos residuales hacia el terreno, al agua subterránea, al agua superficial o a la atmósfera", agrega el informe.
También se deben reparar las instalaciones adecuadamente para el período post-cierre y remover todo el equipo y estructuras que no sean utilizados en el predio durante el período post-cierre.
Después de la recepción final de los residuos, cualquier apilamiento restante de materiales u otros almacenados deberá ser retirado del predio.
Luego se prepara un informe final, donde se presentan datos de ensayos de campo y laboratorio que sustenten la conformidad de la instalación final de la cobertura y de las actividades de cierre.
Finalmente se realiza un plan de control y monitoreo en donde se continúa con el sistema de control de las aguas subterráneas, superficiales y de drenaje; de los gases que pueda seguir emitiendo el relleno y de los líquidos lixiviados.
También se continúa con el método de recuperación para asentamientos, el tratamiento paisajístico y el sistema de supervisión ambiental.
Para el biólogo Raúl Montenegro, se deben dividir las tareas entre lo que son las ocho primeras fosas y la última. "Las primeras fueron operando sin un procedimiento uniforme. En algunos períodos se pudo haber hecho profesionalmente mejor, pero en otros se hizo sin acercarse a las reglas de la ingeniería sanitaria", dijo el ambientalista.
Montenegro asegura que hay que verificar que funciona bien todo el sistema de captación de lixiviados. "Y el problema más grave es que siguen produciendo gases de vertedero. Estos gases son: metano, carbono 204 y dióxido de carbono. Pero los más críticos son una fracción de compuestos que se llaman compuestos orgánicos no metánicos (Conm), varios de ellos hidrocarburos, que son cancerígenos", sostuvo el biólogo.
En ese sentido, Montenegro afirma que se necesita hacer un sistema de captación lo más eficiente posible para luego tratarlos. "También es importante hacer una reconstrucción para tener la certeza de que en las ocho fosas haya geomembranas", agregó. "Y en la parte superficial, debe tener un buen nivel de praderización", dijo el ambientalista.
Montenegro identifica mayores problemas en la fosa nueve. "Allí, antes de hablar de remediación, hay que dejar de aumentar el amontañamiento de basura. Esto es clave", indicó.
En esa fosa, también se debe remediar la parte subterránea y la montaña en lo referido a gases y lixiviados. "Es lo más complicado", indicó Montenegro, al tiempo que pidió que de todos los procesos participen los vecinos de Bouwer.
Finalmente, Montenegro explicó que existe otro problema: el de la remediación del sitio donde estuvo el incinerador de residuos patógenos. "Ahí hay que hacer los estudios para determinar cuáles son los sitios más contaminados", finalizó el biólogo.

El proceso
Cierre. Se deben rellenar las fosas excavadas con suelo, ejecutar la cobertura final del módulo en construcción y proceder al sembrado. El predio debe mantenerse cerrado.
Control. Se continúa con los controles sobre los procesamientos de gases y líquidos lixiviados.
Equipos e infraestructura. Deben retirarse los equipos e instalaciones que ya no serán utilizados.
Informe final. Allí se presentan datos de ensayos de campo y laboratorio que sustenten la conformidad de la instalación final de la cobertura y de las actividades de cierre.
Remediación. De problemas ambientales posteriores al cierre.

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