27 oct 2008

2 basurales como puerta de ingreso a un barrio

La Voz del Interior (27/10/2008)
Dos basurales como puerta de ingreso a barrio Juan B. Justo



Los accesos al barrio Juan B. Justo, al norte de la ciudad de Córdoba, no son exactamente una postal de bienvenida: la oscuridad de las calles, el mal estado de los caminos y los basurales que los rodean desaniman a cualquier visitante.
Sin embargo, esta imagen no se condice con el interior del barrio, cuyas calles están asfaltadas e iluminadas y la basura sólo se encuentra en sus respectivas bolsas para ser recogida.
El barrio cuenta con dos entradas: una desde la avenida Juan B. Justo y la otra desde la calle Fragueiro, ambas en paupérrimas condiciones.
El ingreso desde la calle Fragueiro tiene aproximadamente unos 300 metros. Está rodeado de terrenos privados sin ocupar que se han convertido en grandes extensiones de basura. “Esto es tierra de nadie”, resume la vecina Ana Lía Lascano, y cuenta que en esos terrenos la gente tira de todo. “Cada tanto viene Cliba y lo limpia, pero no es suficiente, debería haber algún tipo de control”, acota Ramón Cabral.
Mientras los vecinos debaten sobre cómo resolver este problema, carreros, cartoneros y vecinos continúan arrojando escombros y residuos al predio. “Como el terreno es privado, nadie se hace cargo, hace años que está así”, protesta la frentista Meli Escubillo.
El acceso desde la avenida Juan B. Justo corre la misma suerte: las montañas de basura se divisan desde lejos. “A veces los pastizales alcanzan hasta tres metros de alto”, asegura la frentista Estela Navarrette.
“Esto es un desafío 4x4”, grafica Ana Lía con ironía mientras muestra los baches de la calle de tierra. Además de los basurales, el pavimento está destrozado. “Cuando llueve, los pozos se llenan de agua y es imposible circular”, afirma Estela.
Ambas entradas se inundan rápidamente con cada lluvia. A esto se le suma el estancamiento de aguas servidas provenientes de barrios vecinos, lo cual dificulta aún más el ingreso al barrio. “Los taxistas no quieren entrar porque tienen miedo de que se les quede el auto”, manifiesta indignada Ana Lía, y agrega que en los días lluviosos “la calle parece una laguna”.
Los vecinos cuentan que, a veces, la Municipalidad construye una canaleta que sirve de desagüe, pero que al tiempo ésta se tapa de basura y las inundaciones vuelven.

Vecinos asustados
Los frentistas afirman que otro de sus principales problemas es la inseguridad. “Todos los días hay un robo distinto” , afirma María Cristina Pinto.
La mayoría de los delitos se produce en el ingreso por Fragueiro, ya que las cuadras no están iluminadas. Al estar rodeadas por descampados, se convierten en un blanco fácil para los vecinos que entran y salen del barrio.
Las paradas de colectivos se encuentran a lo largo de esta vía, por lo que las anécdotas de robos y arrebatos entre quienes utilizan el transporte urbano son innumerables. Los delincuentes utilizan el terreno baldío como vía de escape, beneficiados por los altos pastizales y la oscuridad.
“Lo único que nos queda es andar con pocas cosas de valor y dejarnos robar, porque nunca sabemos cómo van a reaccionar”, relata resignado Ramón.
Los residentes manifiestan haber mantenido reuniones con la Policía para acrecentar la presencia de uniformados en el sector, pero aseguran que, hasta el momento, no hubo cambios.
Tránsito caótico La calle Fragueiro funciona como una pista de carrera durante la madrugada. Los autos circulan a grandes velocidades y los accidentes son una constante. “Hace un tiempo un auto atropelló a una chica y la mató”, relata con angustia Estela.
Sin embargo, la catástrofe parece no haber concientizado a los conductores, porque los accidentes de tránsito no mermaron. Sin ir más lejos, minutos antes que La Voz del Interior llegara al barrio, una niña fue atropellada justo al frente de su colegio, sobre esa misma calle.

Cansados de reclamar
Ramón Cabral. “Yo pienso que el tema más serio son los problemas que genera la inseguridad. Es una pena porque éste era un barrio muy lindo y tranquilo, pero poco a poco estamos perdiendo eso. Hay que detener la delincuencia lo antes posible, y para eso necesitamos que la Policía esté en la zona”.
Ana Lía Lascano. “La gente tira todo tipo de residuos en los descampados. Esto nos perjudica mucho, no sólo porque desvaloriza el barrio, sino también porque debemos convivir con la mugre. Nos hartamos de reclamar, pero los funcionarios de la Municipalidad terminan siempre pasándose la pelota unos con otros”.
Estela Navarrette. “Éste es un barrio que se construyó con el Instituto Provincial de la Vivienda (IPV), y nuestras casas todavía no están escrituradas. Entonces cada vez que pedimos algún tipo de servicio se nos complica el doble, porque no figuramos en el Catastro y siempre nos dicen que el barrio no existe”.

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