21 jun 2008

Sobre los debordes en las cloacas

La Voz del Interior (21/06/2008)
Las aguas suben turbias

El enorme escurrimiento de líquidos cloacales en distintos sectores de la ciudad es el reflejo más elocuente del descalabro urbanístico, administrativo y sindical que soportan los cordobeses.
Abundan las discusiones técnicas acerca del criterio utilizado para construir la red cloacal de la ciudad de Córdoba. El criterio más difundido señala que en los ramales realizados en los últimos años se incurrió en un grosero error de escala: ni el diámetro de los caños ni la capacidad instalada de las plantas depuradoras guardan relación alguna con la densidad demográfica de los sectores donde fueron instalados. El resultado de este error es el actual colapso del sistema.
Es lógico que esas polémicas interesen poco a los millares de habitantes que viven desde hace semanas, e incluso meses, inmersos en un clima nauseabundo e insano. El escurrimiento de líquidos cloacales es un drama sanitario urbano, y no es otra cosa.
Es posible polemizar en torno del diámetro de las cañerías y del potencial de procesamiento de las plantas, pero lo que está más allá y por encima de todo ello es el riesgo evidente que este descalabro supone para la salud, problema que, sin duda, es más grave que la fetidez ambiental y el escándalo urbanístico de calles anegadas por aguas servidas.
Mientras la Municipalidad de Córdoba y el gremio que encuadra a sus obreros y empleados se enzarzan en otra polémica, esta vez acerca de la responsabilidad que cabe a una y otra parte, la desidia transforma a un elevado número de viviendas en focos sépticos.
Si existe una prioridad en Córdoba es la de terminar con este escándalo. Y hacerlo cuanto antes. Y hacerlo bien: es decir, sustituir cañerías insuficientes en zonas superpobladas y potenciar a la totalidad de las plantas depuradoras, sobrepasadas en su capacidad de procesamiento por el crecimiento demográfico.
Por cierto, extender las redes a barrios que aún carecen de ellas. En el Cerro de las Rosas y otros barrios del noroeste, existen viviendas que tienen un valor venal superior a medio millón de dólares, pero carecen de cloacas. Como son barriadas que tienen una antigüedad mayor de cinco y siete décadas, su suelo está horadado por pozos sépticos que se fueron excavando a lo largo de los años y en muchos casos se carece ahora de espacio para abrir otros nuevos. Las soluciones de emergencia inducen a un verdadero delito ecológico: perforar hasta llegar a las napas. Del escándalo urbanístico se pasa al escándalo sanitario.
A la ciudadanía le interesa muy poco el final del intercambio de responsabilidades que realizan el municipio y el Sindicato Unión Obreros y Empleados Municipales (Suoem) de Córdoba. Lo que le importa es que se dé solución inmediata y definitiva a este gravísimo problema. No es aceptable que los únicos diálogos entre el Departamento Ejecutivo y la entidad gremial se reduzcan a las incesantes negociaciones por incrementos salariales y al igualmente incesante intercambio de imputaciones. Mientras la parte sindical atribuye la inoperancia a la precariedad de medios para trabajar, las autoridades diseminan sospechas de que son los trabajadores quienes provocan las roturas de los equipos para presionar por incrementos salariales o pagos de horas extras.
El nauseabundo colapso del sistema cloacal es la exteriorización de un problema de mucha mayor entidad: resulta inviable una administración municipal que destina 70 por ciento de sus ingresos al pago de salarios, así como son intolerables las presiones cuatrienales y fuertemente clientelistas del gremio para incorporar a planta permanente al personal contratado que dejan las administraciones salientes como futuros conflictos para las administraciones entrantes.
La burocracia municipal ha crecido en forma metastásica y, para justificar de alguna manera sus periódicas explosiones demográficas, se introducen en forma constante en el laberinto burocrático de nuevas y más enrevesadas tramitaciones. Es por eso que los reclamos angustiosos de los vecinos por una más dinámica y eficiente atención de los problemas urbanos se pierden en las arenas movedizas de la precariedad de equipamientos. Porque aunque Córdoba tenga uno de los municipios que más recaudan, su presupuesto es uno de los más desequilibrados del país.

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Fueron controlados 70 desbordes y se normalizan las cloacas

Pese a que aún quedan cerca de 40 bocas de cloacas obstruidas, la situación de la red sanitaria de la ciudad de Córdoba comenzó a normalizarse.
Ayer volvieron a funcionar correctamente unas 70 bocas, y desde la Dirección de Redes Sanitarias y Gas del municipio estiman que la situación estará totalmente resuelta en el transcurso de la jornada de mañana.
Las reparaciones comenzaron el jueves, cuando la Municipalidad de Córdoba aportó cerca de cinco mil pesos para la inmediata reparación de dos equipos desobstructores. Hasta ese día la totalidad de los equipos se encontraba fuera de funcionamiento por diversos problemas técnicos, el personal se encontraba sin trabajar desde hacía casi 10 días –primero por medidas de fuerza y después por falta de camiones– y los derrames cloacales se acercaban a 200.
Desde ayer por la tarde, un tercer equipo desobstructor se sumó al parque activo después de una reparación de emergencia. Los empleados del área informaron que el Ejecutivo se comprometió a encarar rápidamente las reparaciones de las dos unidades que siguen inactivas. En uno de los casos, se requiere una inversión de casi 40 mil pesos. También existe la promesa oficial de poner en funcionamiento dos utilitarios que se encuentran rotos.
El jueves, en el momento más crudo de la crisis, el intendente Daniel Giacomino declaró la emergencia sanitaria, ambiental y hospitalaria. El instrumento permitió realizar compras directas de insumos y también facultó al Ejecutivo a contratar los servicios de empresas privadas para desobstruir las cloacas. No obstante, anoche desde el municipio consideraron que la respuesta de los empleados fue positiva, y que no será necesario recurrir al sector privado.
Al anunciar la declaración de emergencia, Giacomino apuntó directamente a los municipales al señalar que la crisis cloacal estaba vinculada con una "mano negra" que dificultaba la normalización del servicio.
Ayer los empleados encargados de mantener las redes recalcaban que con la inversión de sólo 6.800 pesos el Ejecutivo logró poner en marcha los camiones desobstructores y normalizar el servicio. "Es la prueba de que el problema era eminentemente operativo y se originó en la falta de fondos. Al intendente lo asesoraron mal", indicó un empleado de larga experiencia.

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