30 sept 2007

La planta de amoníaco

La Voz del Interior (30/09/2007)
La planta de amoníaco, el nuevo asunto clave

¿Volverá Fábrica Militar a producir amoníaco? La respuesta tiene importancia a dos puntas: desde lo productivo, la planta que fue clausurada hace 55 días es esencial para la línea de producción de la empresa; desde la seguridad, se trata de una planta con casi 60 años, cuya tecnología y antigüedad acrecienta riesgos.
Fue en esa planta donde el 6 de agosto pasado la explosión de una tubería generó una muy fuerte explosión, casi sin consecuencias ambientales, pero con fuerte impacto en la comunidad que, sensibilizada por episodios anteriores, improvisó una desordenada evacuación que fue noticia nacional.
Un dato especialmente llamativo es que, a 55 días, aún no se conoce la conclusión judicial del motivo de esa detonación en la planta, que sigue clausurada por la Justicia, sin producción.
El amoníaco no es cualquier producto en la cadena productiva del polo fabril local. Sin él, Fábrica Militar no puede producir ácido nítrico, el elemento con el que sobrevive y que explica el 80 por ciento de su facturación. Y sin nítrico, su vecina Petroquímica Río Tercero no tiene razón de ser, porque es el insumo esencial con el que ésta fabrica el TDI, para el que fue creada. También se complica la fábrica de fertilizantes Complex que para usarlo se radicó en el mismo predio de Fábrica Militar.
En este marco, desde hace semanas Fábrica Militar produce nítrico, pero con el amoníaco que le llega diariamente en camiones (lo que supone un riesgo distinto), comprado por Petroquímica.
El interrogante para la ciudad, en este marco, es cómo se resuelve el dilema de asegurar la cadena productiva sin poner en marcha una planta que por vetusta genere dudas en materia de seguridad.

Tomando la presión

Varias fuentes consultadas por este diario coincidieron en que el problema central de la planta de amoníaco es que funciona con un sistema a altísima presión (de 640 kilos por centímetro cuadrado), que podría ser habitual décadas atrás pero muy superado por la tecnología actual. Sin esa alta presión no se habría generado el enorme ruido de la explosión del 6 de agosto. Y esa alta presión –advierten incluso informes que llegaron a manos del municipio– podría representar un riesgo mayor, con escapes importantes, si por otra explosión se dañara algún depósito de amoníaco, situación que no ocurrió hace 55 días.
¿No sería acaso la solución una nueva planta de amoníaco, con tecnología moderna, que trabajara a menor presión?
Un informe que para el municipio elaboraron docentes de la carrera de Higiene y Seguridad Ambiental del instituto Ides, de esta ciudad, concluyó que de los anuncios de inversiones de 61 millones de pesos para 2007 y 2008 que hizo Fabricaciones Militares para su planta de Río Tercero, la inmensa mayoría era para mantenimiento y un bajo porcentaje para renovar tecnología y cambiarla por otra más nueva y segura. Ese estudio planteó su inquietud sobre esta planta de amoníaco (que fue montada en 1949) y su sistema de trabajo a alta presión, cuando hay tecnología nueva que permitiría trabajar casi sin presión, con menor riesgo de accidentes y de impacto ambiental, pero además con mayor rendimiento productivo.
Días atrás, el intendente Luis Brouwer de Koning –advertido de este problema por ese informe– planteó la inquietud en Buenos Aires al interventor de Fabricaciones Militares, Arturo Puricelli. Según contó Brouwer a este diario, el funcionario nacional le indicó que apenas la Justicia levante la clausura de la planta, una empresa privada que ya está en vías de contratación realizará un estudio para determinar la factibilidad técnica y el costo económico de montar una planta totalmente nueva de amoníaco o al menos de reconvertir integralmente la actual, para, entre otros fines, reducir la alta presión con que trabaja.
Según Brouwer, Puricelli le marcó que la actual planta ya no se pondrá en marcha pero que a la vez la decisión de volver a producir amoníaco en Río Tercero estaría tomada.
Otras fuentes del gobierno municipal admiten que para el caso de Fábrica Militar, las prioridades en materia de seguridad y ambiente deberían ser encabezadas precisamente por el recambio de la tecnología de la planta de amoníaco (que no está prevista en el plan de inversiones anunciado por la empresa hasta ahora) y en la colocación de un sistema para evitar los habituales escapes de la planta de nítrico ante cada parada (que, con un costo de 2,5 millones de pesos, sí está contemplado en ese plan de mejoras).
Algunos apuntes extraoficiales ubican el costo de una nueva planta de amoníaco, con tecnología moderna de bajo impacto en seguridad ambiental, en 8 a 10 millones de dólares (unos 30 millones de pesos). Fuentes de Fabricaciones Militares prefirieron señalar a este diario que de montos no puede hablarse aún porque el valor final dependería de varios factores aún no definidos.
Marcelo Pianta, actual director de Fábrica Militar, confirmó a este diario que desde desde Buenos Aires le señalaron también que se hará ese estudio para determinar su conviene reconvertir la actual planta de amoníaco o montar una nueva. Pero acotó, en un matiz algo diferente al citado por Brouwer, que en la empresa la idea es que se pueda poner en marcha la vieja planta “con las reparaciones y mejoras que exijan los entes de control”, hasta que en un plazo que estimó en “un par de años” se pueda habilitar la eventualmente nueva.
Pianta citó que una nueva planta de amoníaco no sólo tendría como ventaja el trabajo a menor presión (con lo que se reducirían los riesgos) sino que facilitaría el control sobre todo el proceso y lograría una mayor producción con menos demanda de energía.

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