6 jun 2007

Niños también celebraron

El Puntal de Villa María (06/06/2007)
Los niños también celebraron el Día Mundial del Medioambiente

Pequeños de la guardería Amadeo Sabattini coparon la plaza Centenario y repartieron bolsitas de papel a los transeúntes. Así, el mensaje “verde” se unió a la inocencia. Sus manitos también ayudaron al planeta
Despunta la mañana villamariense. El sol va dorando las alturas azules y el tupido follaje de los árboles confunde al mismo otoño, quien de seguro se estuvo preguntando qué hago aquí, cuando toda la naturaleza pareciera convocar otra vez a la primavera. En fin, que no podría existir una mañana mejor para celebrar el Día Mundial del Medioambiente, ni una iniciativa más simple y efectiva que la que llevaron a cabo las cinco maestras de la Guardería Amadeo Sabattini: salir a celebrar con los nenes del jardín.

Inocencia y conciencia
Los chicos, aún con sus pintores, repartieron a los pasantes unas bolsitas de papel madera con útiles consejos verdes. “Cuidar las plazas. Sacar la basura en horario adecuado. No arrojar basura en la vía pública. Cuidar el agua”.
Luego de la bolsita, los bajitos regalaron un beso. Quizás para reforzar la idea de que es necesario volverse un inocente frente a la naturaleza. O quizás para recordarnos que, tanto la niñez como el sagrado verde de los árboles pertenecen a un mismo sitio; a ese viejo paraíso que perdemos un poco más cada día, a ese sitio en donde los hombres sólo hemos nacido para jugar o volvernos como los pájaros.

Por una mejor calidad de vida
Edith Oscares, encargada de la guardería, manifestó acerca de esta iniciativa: “Nosotras trabajamos con un proyecto ecológico anual, que se llama “Cuidemos el Medioambiente. Es responsabilidad de todos”. La idea central es la siguiente: que a través del conocimiento podemos transformar. Si sabemos, por ejemplo, que debemos juntar los papeles y que luego los podemos reciclar, podremos cuidar mejor los espacios que nos brinda la ciudad y contribuir a la cadena ambiental. De esta manera tendremos una mejor calidad de vida, que es a lo que apuntamos”.
Consultada acerca de las tareas implementadas para que los niños adquieran una “conciencia ecológica”, comentó que “desde el primer día de guardería, allá por marzo, empezamos a trabajar con los nenes el aspecto ecológico. En la sala, cuando comen la merienda, ellos juntan la basurita, y cuidan que no se les caiga nada al suelo. Después juntan los papelitos. A este proyecto, además, lo llevamos hasta la familia. Mantenemos una especie de correspondencia con una carpetita viajera. Ahí les preguntamos qué creían ellos que era necesario hacer para cuidar el medioambiente, y qué cosas creían que se estaban haciendo mal. A través de esas carpetitas hicimos un taller e intercambiamos la información y las sugerencias. Es nuestro granito de arena en el cuidado del planeta”.

Plegaria para niños inocentes
Y es bueno que los niños piensen nada más que en papelitos y cáscaras de banana; que a sus pequeños corazones de pájaros no lleguen todavía las noticias de los ríos contaminados, el calentamiento global o la polución asesina de las ciudades. Que no sepan del smog que se respira hasta las vísceras ni vean los espacios vacíos de la tala indiscriminada de bosques, ni la mirada espantada de animalitos al borde de la extinción. Que los niños nunca sepan de esta salvaje embestida del hombre civilizado. Que todavía no se den cuenta que comparten el planeta con unos “mayores” que han pisoteado el verde césped de la niñez para acrecentar sus bienes. “Que nadie despierte al niño”, como cantó Luis Alberto Spinetta “quizás se sienta gorrión esta vez/ jugueteando inquieto en los jardines de un lugar/ que jamás despierto encontrará”.
Porque si el niño despierta, dejará de ser niño. Porque somos nosotros los hombres los que no tenemos que dormirnos, para que el mundo siga siendo mundo y no un basurero.

El beso de Jeremías
Una chica rubia camina con carpetas bajo el brazo. Parece que anda apurada, como si en cinco minutos tuviera clases o una entrevista de trabajo. Pero de pronto la sonrisa de Jeremías, que le extiende una bolsita de papel, detiene su trayectoria.
La joven blonda se agacha para recibir el regalito, y besa la frente de “Jere”, coronada por una curita. Entonces las maestras se acercan, le dicen a la chica “éste es un regalito de la guardería Sabattini en el día mundial del medioambiente”. Pero la rubia se ha quedado encandilada por el niño, a tal punto que parece emocionada con la bolsita y casi no escucha. Le vuelve a dar un beso a “Jere”, y el nene saca precoz patente de galán, le retribuye el beso, y con la manito con la que firmó su mensaje de esperanza a la témpera rosa, la saluda. Y es como si la chica se despidiera en un transatlántico rumbo al olvido.

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