18 mar 2007

50 especies pueden desaparecer

La Voz del Interior (18/03/2007)
50 especies cordobesas pueden desaparecer

Unas 50 especies de la fauna silvestre de Córdoba se encuentran en peligro de extinción, están seriamente amenazadas o en franco retroceso poblacional.
Otras, como el yaguareté, el tatú carreta y el venado de las pampas, ya se han extinguido de los ambientes naturales de la provincia y sobran los dedos de una mano para contar los ejemplares alojados actualmente en alguna reserva zoológica o centro de rescate.
Lo mismo ocurre con el aguará guazú, habitante de los pantanales, que la leyenda popular considera el Adán de los perros.
Dos son las causas principales de esta situación: la destrucción de los hábitats naturales y la caza o captura furtivas con fines de comercialización de mascotas o subproductos de origen animal.
Así, el desmonte o la quema del bosque nativo afectan gravemente a muchas especies, no sólo de mamíferos, sino también de aves y artrópodos (insectos, arácnidos, etcétera), al destruirles los nichos ecológicos donde viven y se reproducen.
La extensión de la frontera agropecuaria, el uso no sustentable de la leña, la tala indiscriminada y los incendios amenazan con hacer desaparecer en 20 años la masa forestal autóctona, con todo lo que eso implica en términos ecológicos, sociales y económicos.
Los registros ambientales oficiales acerca de la destrucción del monte estremecen.
A fines del siglo XIX, Córdoba contaba con alrededor de 13 millones de hectáreas de bosques autóctonos distribuidos en toda la geografía provincial. De esa cobertura forestal, hoy sólo quedan poco menos de 500 mil hectáreas.
Otro dato de alto impacto: solamente en la que podría llamarse la década del fuego (1990 -2000) los incendios redujeron a cenizas 1,6 millón de hectáreas, cuyos efectos destructivos, en la mayoría de los casos, aún no han sido reparados en términos ambientales.
Ese proceso de degradación de los ambientes naturales responde, en gran medida, a por qué algunas especies de la fauna autóctona han desaparecido por completo y otras se encuentran en estado de vulnerabilidad o en un sensible retroceso poblacional.

Cordobeses en la Cites
El gato montés y el halcón peregrino lideran la tabla de especies autóctonas cuyo estado de conservación se encuentra entre la vulnerabilidad y la extinción, según el criterio de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de la Fauna y la Flora Silvestre (Cites).
Este acuerdo –del que forman parte 169 países, entre ellos la Argentina– ampara a unas cinco mil especies de animales con el propósito de que el comercio internacional no represente una amenaza para su supervivencia. Los resultados son dispares, por cierto.
En una situación muy parecida se encuentran otras especies como el ñandú, el sapito de colores, el oso melero, el pecarí de collar y el lobito de río, aunque figuren en los apéndices II ó III de la Cites, debido a que presentan poblaciones más numerosas en otras regiones del país.
Distinto es lo que sucede con el guanaco, cuyo número poblacional se ha reducido a niveles críticos. Para revertir ese cuadro de situación, la Administración de Parques Nacionales y la Dirección de Fauna Silvestre de Río Negro buscarán, mediante un plan piloto, repoblar con estos herbívoros el Parque Nacional Quebrada del Condorito, para lo que ya se han capturado 50 guanacos en campos del norte patagónico.
En esa reserva natural, que reúne características ambientales como fuertes vientos, aridez, topografía llana con cañadones estrechos, vegetación achaparrada y especies de fauna endémicas, también se busca reintroducir la vizcacha, especie en franco retroceso poblacional en la provincia.

El caso del puma es distinto
Si bien en los registros de fauna nacional figura como especie no amenazada y en la provincia muestra un sensible retroceso poblacional, en otras regiones del continente americano su estado se ubica entre la vulnerabilidad y la extinción. Por esta razón figura en el apéndice I de Cites.
Los tramperos y la destrucción ambiental, sobre todo en el área de influencia de los Bañados del Río Dulce y la Laguna Mar Chiquita, también han diezmado hasta la agonía a la reinamora y al cardenal amarillo. En el mismo humedal, el cisne cuello negro, el flamenco rosado y el pato crestudo resisten a duras penas el accionar del más peligroso de los depredadores furtivos: el hombre.

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