17 ago 2006

Plomo en el aire por caza

La Mañana de Córdoba (17/08/2006)
Detectan altos niveles de plomo en el aire

El fenómeno está directamente relacionado con las municiones que se utilizan en los cotos de caza de palomas. El Foro de Centros Vecinales de Salsipuedes pidió al Ministerio de Salud de la Provincia y a la Agencia Córdoba Ambiente que intervenga en el tema. El grado de contaminación detectado es significativamente mayor que el de países altamente industrializados.
Vecinos de Salsipuedes solicitaron al Ministerio de Salud de la Provincia y a la Agencia Córdoba Ambiente que realicen análisis de plomo en sangre a todos los niños de hasta seis años que viven en esa localidad. La medida apunta a determinar el grado de toxicidad de sus organismos, a partir del elevado nivel de ese metal pesado detectado en el aire, y que es consecuencia directa de las municiones utilizadas para la actividad cinegética de la zona.
El dato surgió a partir de un estudio realizado por profesionales del Departamento de Química de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba, que evaluó la contaminación atmosférica mediante el uso de bioindicadores. En el informe se destacó la presencia de una alarmante concentración de plomo encontrada en el aire, particularmente en el norte de la provincia.
Buscando la explicación a ese fenómeno, se dieron con la existencia de una importante cantidad de ese metal pesado bajo la forma de perdigones desparramados en el suelo. Y ello como consecuencia de la caza de palomas que, en el norte de Córdoba, supone la deposición de 300 a mil toneladas de plomo al año en la zona de las Sierras Chicas.
Esa afirmación, multiplicada a lo largo de los 15 años que viene desarrollándose la práctica, arrojaría una magnitud de 4.500 a 15 mil toneladas ya esparcida en los campos.
“Nosotros no queremos ir contra las fuentes de trabajo que se generan con esa actividad ni contra la existencia de los cotos de caza; lo que sí queremos es que se prohíba el uso de las municiones de plomo, tal como ocurre en los países del Primer Mundo que ya han tomado conciencia del daño ecológico y comenzaron a usar aleaciones”, explicó a LA MAÑANA el biólogo Diego Gurvich, vecino de Salsipuedes e integrante del Foro de Centros Vecinales que funciona en esa ciudad.Para tomar un parámetro de referencia, concentraciones de 10 microgramos/dl de plomo en sangre son consideradas altas.
“Hay que aclarar que los perdigones de por si no hacen nada. Pero, una vez que el plomo está en el suelo y entra en contacto con el aire y el agua, sufre el proceso químico de oxidación. El plomo oxidado se torna biodisponible; esto quiere decir que puede ingresar fácilmente a los organismos vivos, tanto plantas como animales”, sostuvo Gurvich, quien resaltó que “en ese estado químico el plomo es sumamente tóxico, incluso en cantidades muy pequeñas”.

Los niños primero
Como factor de contaminación, el plomo afecta a todos los seres vivos. Sin embargo es en el organismo de los más pequeños donde puede causar mayores estragos a partir de que son quienes están en pleno proceso de desarrollo.
Ejemplos de ello pueden ser la alteración sobre el sistema nervioso, que podrá manifestarse a través de problemas de conducta, audición y aprendizaje, hasta llegar a secuelas más graves como el retraso mental. En los huesos, el metal puede llegar a reemplazar al calcio, condicionando también el crecimiento.Otras consecuencias derivadas de la intoxicación por plomo son: dificultades durante el embarazo, problemas reproductivos, anemia, desórdenes neurológicos y disfunción renal, y de otros órganos y tejidos. E incluso, a niveles muy altos, puede llegar a causar la muerte.

Trabajar en red
Los más de cien vecinos que firmaron las solicitudes presentadas ayer en las carteras que conducen Horaldo Senn y Oscar González, plantearon la necesidad de seguir trabajando en red para generar conciencia sobre el tema.
“A través de la Red Ciudadana, queremos agrupar a los foros que en las distintas localidades que representan a los centros vecinales y aunar esfuerzos”, indicó el referente.
En ese contexto, Gurvich dio cuenta de que “los técnicos de la Universidad planean desarrollar ahora un trabajo más minucioso, que incluye el análisis de plomo en aire, agua, suelo, alfalfa y soja; distintos componentes del ecosistema”.
De arrojar resultados similares, el biólogo no descartó un severo impacto para la económico de la zona, en virtud de las características de la actividad agrícola ganadera que allí se concentra.
“Su persistencia es distinta a la de un agroquímico, cuyo efecto desaparece sin dejar rastros con el tiempo; el plomo puede persistir por decenas de años, no se biodegrada. De hecho, en los campos fertilizados el plomo se degrada más rápido, sufre una modificación química que lo transforma en biodisponible”, graficó.

La alternativa
Algunos especialistas en turismo cinegético consultados dieron cuenta de que cambiar el tipo de munición empleada por otras no contaminantes no es tan sencillo. “Generalmente, a las balas de acero nuestros clientes no las quieren porque tienen menor impacto; y, en el caso de las que se fabrican con aleaciones de metales, son más caras y eso supondría tener que incrementar los costos”, dijo un conocedor de la práctica deportiva.
Lo cierto es que en el mercado hay numerosas aleaciones ( como bismuto-estaño, tungsteno-hierro, tungsteno-níquel-hierro, etc.) utilizadas como sustitutos. Son municiones que ya fueron adoptadas en países en los cuales la caza se realiza en zonas inundables y donde, consecuentemente, se comprobó un elevado nivel de envenenamiento de aves por contacto con el agua o por ingesta de los perdigones esparcidos.
Estas balas “ecológicas” se utilizan para la caza deportiva en España, donde se detectaban cerca de 30 mil aves envenenadas por año, y también en Canadá, cuya mortalidad por este tipo de contaminación llegó a superar los 250 mil casos anuales.

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